domingo, 13 de diciembre de 2015

Venezuela 6D: los retos del país


Hablar del 6D necesariamente implica hacer memoria y recordar el camino transitado, con sus obstáculos y encuentros que permitieron alcanzar lo que en este momento representa la mayoría calificada para la oposición organizada en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), una coalición que reúne a los partidos políticos que adversan al gobierno de Nicolás Maduro. La historia no comienza con estas elecciones parlamentarias, este fue el objetivo trazado dentro de una estrategia a mediano plazo luego de un intento fallido por imponer una agenda inmediatista que no contaba con el respaldo de la mayoría de los partidos que conforman la MUD y que fue motivo de conflicto y hasta de ruptura en algunos casos, siendo el argumento del gobierno para emprender una política de represión y violencia contra la oposición, que ha enviado a la cárcel a dirigentes como Leopoldo López, Daniel Ceballos y Antonio Ledezma, o inhabilitado a parlamentarios en ejercicio, como María Corina Machado, sin dejar de mencionar las más de cuarenta víctimas a manos de cuerpos represivos del Estado.
 
El costo político de esa agenda paralela fue incontable por las vidas perdidas, pero además sumió en una demora innecesaria la definición de la estrategia electoral indispensable para la recuperación institucional que pudiera conducir a la restauración de la democracia en el país. El tiempo invertido en la diatriba entre la salida inmediata (remota) y la participación electoral (factible) provocó conflictos internos dentro de la coalición que recibieron mayor atención en un país urgido de respuestas y soluciones. Con un balance precario en términos de gestión pública, y ante la inminencia de un proceso electoral que a ratos parecía improbable, finalmente la MUD logró que sus fuerzas políticas definieran una estrategia electoral de participación en las elecciones parlamentarias, sometiéndose a un proceso de elecciones primarias, acompañado de acuerdos para el consenso en determinadas candidaturas que no estuvo exento de cuestionamientos internos.
 
El resultado electoral del 6 de diciembre, favorable –abrumadoramente- a las candidaturas de la MUD, es la consecuencia en principio de una pésima gestión pública, de una profunda crisis económica y de una severa crisis política en general. Si se tratara solo de un voto castigo, concepto discutible, ese comportamiento no sería más que la relación del electorado con las distintas opciones políticas disponibles, sobre una base exclusivamente utilitarista. Las elecciones parlamentarias no implican un cambio de gobierno, pero sí representan la posibilidad de un freno al Poder Ejecutivo así como el ejercicio de mecanismos de control, considerando los elevados niveles de corrupción presentes en el gobierno de Maduro.
 
La Asamblea Nacional no tiene autoridad directa para resolver el problema del abastecimiento o la escasez que agobia a los venezolanos, pero sí puede –y debe- aplicar la legislación que obligue a la transparencia en el manejo de recursos por parte del Ejecutivo. El venezolano que votó el 6D por la MUD, no lo hizo para que los Diputados le entreguen una bolsa de comida, se trata de un gobierno que ha demostrado incapacidad para resolver los problemas teniendo el control absoluto de todos los poderes, por lo que espera un Poder Legislativo que ejerza contrapeso frente al Ejecutivo, impidiéndole que siga tomando medidas contrarias al bienestar de toda la población.
 
El rescate institucional es imprescindible para comenzar a tomar medidas de naturaleza económica, el gobierno todavía no hace anuncios pero el tiempo juega en su contra, el precio del barril de petróleo sigue en descenso y los ingresos cada vez son menos para hacerle frente a la demanda interna de bienes y servicios. El colapso económico es el escenario más probable y el parlamento es el actor político llamado a ejercer presión sobre el Ejecutivo para que finalmente tome medidas, exigiendo la publicación de indicadores económicos, interpelando al Gabinete Económico y asumiendo las atribuciones que le corresponden como órgano de control de la Administración Pública.
 
La oposición no recibió un cheque en blanco, pero argumentar que alcanzó la mayoría porque se trata del voto castigo es menospreciar un esfuerzo de años, que comenzó en 2006 con la candidatura de Manuel Rosales, siguió con los resultados del referendo constitucional en 2007, las elecciones parlamentarias de 2010 y las elecciones presidenciales de 2013 con la alta votación alcanzada por Henrique Capriles, sin duda esto se corresponde con la tesis del crecimiento, que si bien no todos los electores se identificaran como opositores, está claro que le dieron un voto de confianza. Desconocer estos logros no es solamente una mezquindad sino una tremenda debilidad al no tener claro el contexto político y las capacidades de los actores, y eso explica la actitud de algunos sectores dentro de la propia oposición que no han demorado en criticar a la MUD desde el mismo momento en que se hizo clara la mayoría calificada, a la que pocos apostaban.
 
Es prematuro para hablar de un aprendizaje, tanto para el chavismo como para la oposición este es un resultado que apenas están procesando quienes no estaban acostumbrados a perder y quienes no estaban acostumbrados a ganar, se trata de cambiar comportamientos, desmontar estructuras mentales y asumir la derrota y la victoria como oportunidades para el crecimiento. Pero el país no puede esperar mucho, es necesario que el gobierno deponga su actitud violenta y se resuelva de una vez a tomar medidas económicas, mientras que por su lado, la oposición debe usar su legitimidad electoral –incuestionable- para presionar por los cambios, aquellos que no son de su responsabilidad directa y aquellos sobre los que puede tener incidencia.
 
Falta un mes para que tengamos una nueva Asamblea Nacional, esperamos que esta nueva etapa sea una de reinstitucionalización, en la que el respeto por la labor parlamentaria sea la base sobre la que se desarrollen sus acciones y que sea respetada por el resto de los poderes. El gobierno deberá aprender a gobernar dentro de los parámetros constitucionales, respetando la voluntad del pueblo que decidió otorgar su confianza a 112 diputados de la MUD. Esperamos que estos diputados de la oposición coloquen el bienestar de todos los venezolanos por encimas de las diferencias políticas que puedan existir dentro de la coalición. La esperanza de todos los venezolanos está puesta en la Asamblea Nacional.

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