jueves, 10 de diciembre de 2015

ELECCIONES Y MILITARES
 
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      Amalio Belmonte
 
Algunos  venezolanos, ante cualquier circunstancia aguzamos el ingenio y la creatividad para incluir el “factor militar” en momentos donde se definen procesos políticos  importantes.  Así, surgen anécdotas, historias, relatos pródigos de escaramuzas, enfrentamientos con detalles impresionantes de lugares, fechas y participantes.
Diversas versiones sobre episodios transcurridos al amparo de la clandestinidad inflaman  relatos de uniformados definiendo caminos.  A los militares les fascina porque aparecen, así sea de ficción, como los eternas salvadores de la Patria, y los civiles como pasivos y agradecidos por tanta magnanimidad de los miembros del estamento armado.
Amigos: los militares son tan improvisados y defectuosos como los civiles. Nacieron aquí y actúan aquí. Vale   la pena recordar  la cadena de ambigüedades en Fuerte Tiuna la noche del 11 de Abril de 2002. A propósito, me pregunto por qué no hubo advertencia previa  del golpe de Hugo Chávez; nadie dijo “miren, hay un  grupo de comacates que se reúnen en tal lado y el 4 de febrero darán un golpe.” Tampoco cuando hubo alarma frente al  golpe de noviembre del mismo año dirigido por  el almirante Gruber Odremán.
No, sólo somos especialistas para crear relatos después que suceden  los hechos o sobre hechos que nunca ocurrieron. Por favor, lo que ocurrió el 6D fue la combinación de un inmenso esfuerzo de personas impermeables a desalientos, fatigas o frustraciones. Esos cientos de miles: políticos, testigos, estudiantes, informáticos, periodistas, cooperadores, chóferes, motociclistas, gente de a pie. candidatos, líderes comunales que actuaron sin camuflaje o disimulo para movilizar a casi 8 millones de personas. No es justo restarle  méritos a ellos y a nosotros mismos.
No nos salvó un uniformado de estrellas relucientes.

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