sábado, 19 de diciembre de 2015

BAJATE DE ESA NUBE
 
 
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               FAUSTO MASÓ
 
Como si hubiera ganado las elecciones se comporta el presidente de la República: no se le oculta la magnitud de su derrota pero ha decidido no reconocerla y negar la autoridad de la Asamblea. Apuesta por la confrontación y hasta quizá por una vía autoritaria, para lo que le falta apoyo en el chavismo. Intenta hacer lo que le venga en ganas. Nos aproximamos a un choque de trenes, donde Maduro no lleva las de ganar pero donde también perderá el país.
Surge otra pregunta: ¿los chavistas apoyan a Maduro, en esa vía de confrontación?
Se multiplican las críticas, abiertas o veladas. El chavismo perdió cerca de 2 millones de votos el pasado 6 de diciembre, la oposición aumentó su votación en unos 400.000. El antichavismo no obtuvo en realidad una victoria rotunda, sino ocurrió que el chavismo se abstuvo y hoy el gobierno cuenta con un respaldo de 40%, sin que surja un líder opositor con la popularidad de un Chávez, aunque cualquier dirigente de la MUD derrotaría a Maduro en unas elecciones.
En la oposición reina la euforia, por primera vez en 16 años se siente cercana al poder. ¿No debería intentar la oposición un acuerdo con Nicolás Maduro para lograr una transición pacífica? Parece imposible: ni Maduro rectificará ni la oposición le dará una salida elegante.
Maduro no quiere comprender que le conviene pasar agachado, dar muestras de una falsa concordia, darle cuerda a la futura Asamblea para que sus propias divisiones la reviente. Al contrario, repite que no le dará ni la sal ni el agua: “No voy a firmar un carrizo de Ley de Amnistía”. Maduro habla como Chávez, pero no es Chávez.
Se multiplican los críticos chavistas de Maduro, conscientes de que Maduro es el gran enterrador del chavismo. Le atribuyen toda la responsabilidad del desastre al inquilino de Miraflores, no ponen en entredicho el modelo económico y político, el proyecto del socialismo del siglo XXI, la herencia del propio Chávez. Aristóbulo señala la necesidad de producir y distribuir alimentos.
La dura realidad se impondrá y el chavismo comprenderá que debe llegar a un acuerdo con la oposición, quizá entregando la cabeza de Maduro en bandeja de plata.
Ojalá que esto ocurre en un clima de armonía y no en medio del desastre que se anuncia para los primeros meses de 2016. La escasez, el desabastecimiento, la inflación, empeorarán pronto hasta niveles agobiantes.
Todo esto favorece a la oposición pero en algún momento habrá que darle respuestas a la gente, indicarle una salida, recuperar la economía.
Nos aproximamos a meses complejos en los que todo error se pagará caro. Maduro no reconoce su derrota y coloca a la oposición en un dilema.
El próximo año seguirá bajando el precio del  barril. Nos esperan meses difíciles con la certeza de que Venezuela, después de un cambio de modelo económico, no tardaría un año en volver a la prosperidad.
Solo hay un consuelo, en un futuro “socialismo” será una mala palabra y no habrá otra salida que buscar el apoyo del FMI. ¿Se atreverán a tanto Maduro y la misma oposición? Sin los recursos del FMI nos aguardan años, no meses, de penuria y de paso también hay que pagarles a los chinos. Por ahora, preparémonos para el hambre. Ojalá que alguien se atreva a decirle a Maduro que se baje de la nube y venga a la realidad. 

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