jueves, 14 de julio de 2016

CON EL MILITARISMO NO SALDREMOS DE LA CRISIS



EMILIO NOUEL V.

La experiencia demuestra que los gobiernos militares, los cívico-militares o los militar-cívicos, son todos una misma cosa, es decir, una calamidad. Son nefastos para el desarrollo, el bienestar y la expansión de la democracia y las libertades de los países.
Y el militarismo es, sin duda, la máxima expresión de ese mal que es la intromisión indebida de la fuerza armada en los asuntos de la política.
Porque los militares deben estar sometidos al poder civil, si creemos en los principios democráticos y en el Estado de Derecho.
El papel de los militares en un mundo civilizado no es inmiscuirse en el debate político. Cuando esto ocurre, estamos frente a una sociedad primitiva, que resuelve sus diferencias por la fuerza de las armas o con la amenaza latente de utilizarlas por quienes las tienen por mandato de la Constitucion.
Los que accedieron al poder en nuestro país hace mas de tres lustros ya, los militares golpistas del 92, traían consigo una visión militarista, que pocos atisbaban o no les daban importancia. Ella se mantenía hasta cierto punto velada detrás de un movimiento político variopinto en el que se mezclaban todo tipo de individuos con intereses, ambiciones e ideologías incongruentes. Desde izquierdistas democráticos y nacionalistas, pasando por evangelicos y radicales de izquierda, hasta oportunistas y delincuentes.
Pero el que marcaba el paso era el jefe de una logia-camarilla militarista, pretoriana,  que enarbolaba un discurso indigesto, suerte de sancocho ideológico cuyos ingredientes variados y ambigüedades cautivaron a muchos ingenuos venezolanos.
Poco a poco, Chavez fue trasparentando su pensamiento e intenciones políticas mas íntimas. Las concreciones de sus convicciones militaristas comenzaron a ser percibidas por mas gente, a pesar de que aun mantenía ciertas apariencias. Se comenzaron a crear empresas para los militares. No se conformaron con poner al frente de las del Estado a miembros de esa institución, tuvieran o no credenciales para ello.
Muerto Chavez, y con una persona sin autoridad entre los ‘milicos’ al frente del gobierno y con apoyo popular en declive acelerado, se acentua la militarización de la Administracion publica.  
Aumentan las “empresas militares” auspiciadas y financiadas por el Estado venezolano, sobre las cuales el poder civil no tiene control, una vez que se les otorga inmunidad por parte de un TSJ lamebotas.
Quien no se percatara en los últimos tiempos de que teníamos un gobierno militar de facto, solo es explicable por la ingenuidad o el descuido en la observación de lo que estaba a la vista.
Los ministerios economicos mas importantes han estado manejados por militares. Las empresas estatales también.  ¿Qué les faltaba entonces por controlar?
No hay que olvidar que en todos esos encargos los militares han fracasado de manera evidente. Su incompetencia es manifiesta. Basta ver los resultados.  La crisis se ha agravado y esto sin mencionar la obscena corrupción en que están involucrados algunos, cuyas muestras de enriquecimiento indebido y derroche los venezolanos las vemos a diario, donde quiera que vamos.
Ciertamente, la decisión reciente de otorgar poderes casi omnímodos al Ministro de la Defensa, es, amen del reconocimiento de un gran fiasco, la culminación de un proceso avanzado de militarización del gobierno y en consecuencia del país.  
Si estábamos viviendo en una dictadura sui generis militar-civica, con tal medida el hocico militarista se muestra ahora con mayor nitidez, y la hoja de parra “civica”, al caerse, presenta al régimen venezolano como lo que es en realidad.
Los venezolanos queremos salir lo mas pronto posible de la calamidad que nos ha caído encima. Las encuestas lo dicen: que se vaya Maduro. Pero no es solo este el que debe irse. También los que han gobernado con el y han sumido al país en la horrible crisis que padecemos. Y entre ellos, están los militares militaristas de la logia-camarilla que ha causado el océano de males que nos agobian.
Padrino no va a resolver el problema de distribución y abastecimiento de los productos de primera necesidad, ni tampoco de los otros.    
Para ello tendría que cambiar todas las políticas del gobierno generadoras del desastre. Y me temo que no comprende el problema ni esta en capacidad de hacerlo.
EMILIO NOUEL V.

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