martes, 19 de julio de 2016

De la Intransigencia a la Transición
Bernard Horande - @BHorande

El régimen venezolano no tiene escapatoria. Todos los caminos lo llevan a salir del poder. La salida se acelera cada vez más. ¿Por qué? Porque la gente no aguanta más.
Sus terribles ejecutorias, unas heredadas de Chávez, el gran responsable, y otras creación propia de Maduro, determinan que el final se acerca. "¿Cuándo?" pregunta la gente... la respuesta no es clara. "¿Cómo?"... menos aún.
Parte del problema reside en la intransigencia del gobierno venezolano. Se cree aún con la mayoría que alguna vez exhibió. Cuando Hugo Chávez todavía vivía. Pero hoy los tiempos son distintos.
He sostenido que en Venezuela la transición comenzó el día que se anunció la muerte de Chávez.
Me explico. Dos pilares fundamentales sostuvieron por varios años el modelo chavista. Uno, el inmenso carisma y la extraordinaria capacidad de comunicación con las clases populares que Chávez ostentaba. Unos dones difíciles de encontrar a ese nivel en otro político venezolano de la era contemporánea. Lástima que fueron utilizados para inocular resentimiento, odio y división.
En segundo término, la brutal avalancha de ingresos con la que el régimen de Chávez, por suerte, contó. Cantidades de dinero que superan con creces la sumatoria de todo lo recibido por la totalidad de los gobiernos venezolanos desde que se fundó la República.
Es innegable que parte de ese dinero se filtró hacia las clases populares. Cifras confiables así lo indican. Permitieron que Chávez se mantuviera como el gran mesías y prometiera las más extravagantes y excéntricas obras, planes y ejecuciones que se le ocurrieran.
El resto de ese dinero, pues ya sabemos lo que pasó: se lo robaron. Se lo espalillaron. Saquearon a manos llenas las arcas del Estado.
El punto es que ambas cosas ya no existen. Chávez "sembrado" y el dinero volatilizado.
La transición política en Venezuela ya ha comenzado. Los partidos políticos tradicionales no quieren abordar mucho el tema. Sienten que una transición implicaría acuerdos amplios de Unidad con demasiados factores. Sus líderes podrían no terminar siendo los favorecidos. Eso va en contra de afiladas y urgidas aspiraciones.
Hoy está en marcha, aunque el gobierno lo niegue, un Referéndum Revocatorio. Un proceso al que el régimen chavista, con sus aliados en el CNE y el TSJ, le coloca continuamente trabas.
La empresa Venebarómetro, en su último estudio, asegura que 10.762.346 electores votarían en un Revocatorio contra Maduro, superando con creces la barrera necesaria para sacarlo del poder.
No hay que abandonar un minuto la insistencia y presión de todo tipo para que el RR se realice este mismo año 2016.
Está también en proceso una discusión internacional, en los más altos niveles y foros del mundo, sobre la legitimidad de desempeño del gobierno de Maduro. El gobierno acusa que lo pretenden enjuiciar. Pues sí, a eso se parece. En Venezuela desapareció la justicia, pero no en el mundo.
Hace 5 meses, en mi artículo del 29 de Febrero pasado, escribía que "lo menos traumático para Venezuela es que Maduro renuncie". Hoy más que nunca lo reafirmo.
Una renuncia allanaría de inmediato el camino a un proceso serio de acuerdos y negociaciones políticas para una transición. Se conformaría un gobierno de amplitud que cuente con el consenso social esencial y todas las garantías necesarias para asumir las difíciles e inéditas medidas que habrá que tomar. Las amargas medicinas, pues.
Eso no lo puede ejecutar cualquier líder de cualquier partido, sin que le genere un altísimo costo político.
Por ello lo debe hacer una coalición acordada entre todos los partidos en compañía de otros sectores. Con extensa base moral y profesional y con profundo conocimiento político y respaldo internacional, que además permita el acceso a recursos financieros que serán indispensables para la reconstrucción de Venezuela.
El reciente traspaso de funciones de gobierno de parte de Maduro al General Vladimir Padrino López en ningún momento puede significar una mayor militarización del país. Tampoco puede sugerir la idea que la solución de Venezuela a corto plazo es la instalación de un gobierno presidido por militares.
En Venezuela no necesitamos más militares en el poder. Los resultados han sido desastrosos.
Lo que necesitamos es una solución democrática, sea vía Referéndum Revocatorio, Enmienda Constitucional, Renuncia o cualquier otra prevista en nuestra Constitución, que nos lleve a un proceso electoral con un gobierno de amplia concertación y verdadero respaldo, encabezado por civiles, que conduzca en paz una transición.

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