martes, 19 de julio de 2016

HERENCIA DE MADURO PARA CUBA

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BEATRIZ DE MAJO

EL NACIONAL


Se equivocan quienes piensan que el legado del madurismo al castrismo será solo un retroceso económico y financiero de épicas proporciones. Eso, sin duda formará parte del colosal descalabro que Cuba ya está teniendo que enfrentar por haberse equivocado frontalmente sus gobernantes al asociar su dinámica económica a la de las dádivas de la revolución bolivariana. Por ello rendirán cuenta, también, los líderes cubanos.
Los analistas han dimensionado tanto el dramático episodio que la isla vive hoy como consecuencia del retiro de la muleta económica que Venezuela les prestó a los Castro durante los pasados 15 años que no me detendré a agregarle más leña al fuego. Lo que es evidente es que Cuba no es hoy un país viable sin el apoyo de la ayuda económica de un tercero y pasarán muchos años antes de que pueda sostenerse sobre sus pies.
Mucho más grave que eso –ya que siempre habrá quienes estén dispuestos a lanzarle un cabo económico a la perla del Caribe– es que la muerte de la revolución bolivariana al frente de la cual se encuentra trabajando activamente hoy Nicolás Maduro, tendrá como corolario la consiguiente y estrepitosa desaparición de otras revoluciones que crecieron en nuestro subcontinente desde el pasado siglo XX, entre ellas la de Cuba.
No pudieron los Castro buscarse peores socios para hacer perdurar sus ideas más allá de su propio ciclo vital que la ignorancia, la irresponsabilidad, la impericia y la falta de probidad de los gobiernos de Chávez y de Maduro en Venezuela. Si en el futuro la revolución cubana es cuestionada por sus ejecutorias, lo será no solo por haber hambreado a su país en la persecución de un arco iris social que nunca encontraron. La Revolución Cubana pasará al basurero de la Historia por hacer sido artífice activa del despedazamiento de la sociedad venezolana, además de la propia, y por haber sido una eficiente herramienta del hundimiento de una de las economías más prometedoras de la región.
Fidel y Raúl Castro tendrán vida suficiente para observar como ante los ojos del mundo, 50 años al frente de su experimento revolucionario, fueron capaces no solo de hundir a su propio país en la exclusión y en la miseria. La estrecha asociación y, sobre todo, la manipulación del gobierno de Chávez y Maduro los hace igualmente culpables del destrozo venezolano que protagonizaron juntos, de su contaminación de la lacra corrupción, de los delitos por violaciones de derechos humanos, del flagrante irrespeto del orden y de la institucionalidad.  
Con la capacidad de anticipación y con el descaro del que siempre han hecho gala los dos hermanos líderes de Cuba intentan, en las horas actuales, salvarse de su propio declive acercándose a Europa, a Estados Unidos, a China Comunista –ases todos de la baraja internacional de hoy– pretendiendo que los crímenes de las gestas revolucionarias sean obviados sin castigo y que se ignore hasta donde sus tesis radicales, como opciones políticas, se hunden irremediablemente en un pantano junto con el desastroso experimento que pusieron en marcha con la ayuda de sus cómplices venezolanos.
El caso es que de las revoluciones cubana y venezolana hoy lo que viene quedando es un bagazo.
Ese trágico pero inevitable epitafio, el del fracaso de las revoluciones de izquierda, se leerá en el futuro en la tumba de los Castro. Con ese corolario yacerá más adelante en la suya Hugo Chávez.
¿Puede Nicolás Maduro aun recapitular?

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