domingo, 31 de julio de 2016


GOBIERNO FACINEROSO

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   Pedro Luis Echeverria
“ Todos los Estados bien gobernados y todos los príncipes inteligentes han tenido cuidado de no reducir a la nobleza a la desesperación, ni al pueblo al descontento”. Maquiavelo
¿ Qué siente usted, amigo lector, cuando constata a diario que el Estado venezolano no sólo incumple con el rol de velar por la paz, la justicia y la equidad, sino que, con gran desparpajo, se ha transformado en una institución promotora de injusticias, abusos de poder y hechos dolosos? ¿Qué piensa usted que debería hacer cuando comprueba que el Estado ha sido capturado por grupos delictivos y sectarios dispuestos a todo por conservar y acrecentar su poder?
Esto suele ocurrir, inequívocamente, cuando la situación histórica de un país se torna insostenible en diversos contextos y cuya manifestación es  de insoportable y extendida opresión del gobierno y de grupos de poder sobre los ciudadanos, aunado a una profunda degradación del modelo económico-social imperante. En efecto, el régimen que desgobierna a Venezuela ha venido  destruyendo todos los indicios y valores de un Estado de Derecho para transformarlo, sin el menor empacho, en un Estado que tiene todos los ribetes, en su forma de actuación, de las organizaciones delictivas. Al régimen no le importa que en este afán, la maquinaria del Estado caiga en las más flagrantes irregularidades e ilegalidades en las que envuelve a instituciones y a  sus funcionarios, y tampoco le importa que, en manos de estos delincuentes irresponsables, se haya desarrollado un  perverso sistema de coerción para manipular y controlar la  información y alimentarla con las más aberrantes mentiras y falsedades que pretenden ocultar, engañar, defender y justificar, ante la opinión pública, las ilegales prácticas de dominación del régimen.
Teniendo en cuenta que el súbito y creciente desenmascaramiento de los altos niveles de corrupción alcanzados por las autoridades y por los grupos de validos del régimen que ejercen altas funciones en las instituciones del gobierno, de la concupiscencia de los grupos vinculados al gobierno, de la atosigante y grave manipulación de los procesos electorales y del sistema de justicia que ha venido fraguando y permitiendo el régimen maduro-chavista; hechos, por lo demás, ampliamente conocidos por los venezolanos y comentados por la prensa y la opinión pública internacionales; entonces, debemos concluir, que todo esto  viene a convertirse en la gota que colma el vaso de la capacidad de aguante de la paciencia nacional en medio de un estado generalizado de malestar e indignación colectiva.
Tomando en consideración que en el ambiente se palpa que estamos transitando por  uno de esos momentos históricos de urgencia transformadora;   ¿resulta accidental que se muestre con tal crudeza, la putrefacción del sistema?. Parece que no. En la sociedad venezolana se vienen incubando movimientos absolutamente transformadores que, poniendo el énfasis en la urgencia del cambio, consiguen trascender más allá de la inmundicia, del acaparamiento y la codicia individual, para centrarse en el ser humano y sus necesidades -en la búsqueda de la verdad y del más amplio desarrollo individual y colectivo- y eso, indudablemente, ha venido ejerciendo gran influencia en la población que ya no cree en las reiteradas falacias gubernamentales. O será, acaso, que simplemente, estemos asistiendo a una “inoportuna” manifestación de la efectividad e independencia operativa de organizaciones defensoras de los derechos humanos y de combate a las acciones delictivas y de los  poderes judiciales extranjeros que investigan, denuncian y sancionan las irregularidades que se dan en Venezuela; o será que  obedece a una desesperada huída "quemando las naves" de servidores del régimen-Fiscal Franklin Nieves y otros, por ejemplo-; y/o a la confrontación entre sí, al más puro estilo mafioso, de las familias y clanes que se han venido repartiendo el botín gubernamental; o, sencillamente, es que el propio sistema se muestra ya incapaz de mantener cerrada por más tiempo la caja de sus vergüenzas?
La Venezuela maduro-chavista es un Estado facineroso. El funcionariado que le sirve y las camarillas de corruptos y depredadores que le acompañan, cuál aves de rapiña y actuando  con la complicidad  de las autoridades y usando impunemente la fuerza del estado, han amasado siderales fortunas derivadas, entre otros aspectos, del trafico de drogas y de armas, del blanqueo de dinero mal habido, del  contrabando, desfalco de dineros públicos, venta de credenciales falsas para ocultar identidades, extorsión a ciudadanos y empresas, sobornos y amenazas al sistema judicial para lograr veredictos favorables a quiénes pagan por ello, cobro compulsivo de vacunas, ejercicio del sicariato para asesinar y desaparecer a personas, espionaje ilegal de la vida privada de los ciudadanos, la sistemática práctica de mentir, falsear y ocultar la verdad a los ciudadanos, la complicidad institucional para delitos de diverso orden y ulterior protección de los delincuentes- el pollo Carvajal, por ejemplo-, permitir el uso ilegal de los activos de la Nación para usufructos personales y delinquir, y pare usted de contar. Si observamos esos parámetros con base en los cuales se considera un estado gobernado por facinerosos, el venezolano parece cumplir con creces los requisitos. Además de ello, el país padece una profunda crisis -sistémica, más allá de lo económico-, la posibilidad de un estallido social -como consecuencia del descontento y del hartazgo ciudadano-, y la constatación de un clima generalizado de corrupción política e institucional; estas circunstancias, sin dudas, constituyen elementos suficientes para que al Estado  se le aplique tal calificativo. Definitivamente, de este desgobierno corrupto e incapaz  lo más que podemos esperar los ciudadanos es una caótica administración de la mediocridad y decadencia  que le ha impuesto al país.

Los gobiernos de Chávez y Maduro han hecho y hacen cosas que sólo pueden provenir de gente sin escrúpulos ni ética: la farsa sobre supuestas agresiones imperiales y la guerra económica, la matanza, represión y encarcelamiento a ciudadanos y  estudiantes, el anuncio de falsos intentos de magnicidios y conspiraciones, la ilegalidad de los procesos judiciales que se le siguen a prominentes figuras de la oposición, la aplicación selectiva y discriminadora de la Constitución Política del Estado, el peculado de uso y explotación de los bienes de la Nación, la persecución política y judicial a los opositores, la sumisión del poder judicial al ejecutivo, los proverbiales negocios ilegales de encumbrados capitostes del régimen y sus familias y muchas cosas más hacen pertinente que nos preguntemos: ¿qué hacer ante este Estado "gángster"?

La respuesta más inmediata:  No olvidar que apaciguar la agresión y el mal es allanar el camino para más agresión y aún generar más mal con el transcurso del tiempo. Hay que rechazar con todo vigor al régimen, su funcionariado y sus prácticas delictivas. Hay que manifestar públicamente nuestro descontento con acciones de calle y simultáneamente exigir la realización del Referendo Revocatorio; y finalmente, salir todos a votar, persuadidos de la fuerte irrupción en nuestro talante individual de una alternativa de cambio real -como se constata en las encuestas de opinión- y  actuar con determinación, convencidos de la fuerza inconmensurable que tiene nuestro voluntad redentora para cambiar el destino de la Nación.

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