domingo, 15 de mayo de 2011

Alimentos foráneos predominan en la mesa de los venezolanos
ANGIE CONTRERAS | EL UNIVERSAL
domingo 15 de mayo de 2011

Alcanzar la soberanía agroalimentaria ha sido el fin sobre el cual el Gobierno nacional ha justificado las políticas aplicadas al sector de alimentos, como las intervenciones de tierras agrícolas y las diversas regulaciones que pesan sobre la agroindustria.

Sin embargo, ese anhelo de autosuficiencia en la producción de alimentos todavía se vislumbra lejano, pues gran parte de los alimentos que los venezolanos consumen a diario tienen un componente de origen foráneo.

El pabellón, plato típico venezolano, está compuesto básicamente por arroz blanco, caraotas negras y carne de res, rubros cuyas proporciones importadas predominan sobre la producción nacional.

El sector cárnico ha sido uno de los eslabones de la cadena agrícola que se ha visto más desfavorecido con las importaciones. Actualmente, 58% de la oferta de carne de res en el país se suple mediante compras de ganando vivo a países como Brasil, Uruguay y Nicaragua, mientras que Argentina y Colombia figuran como proveedores de carne deshuesada.

La Federación Nacional de Ganaderos (Fedenaga) asegura que en 2003 la producción nacional estaba en capacidad de cubrir 99% del consumo de la población.

El año pasado, según cifras de la Gaceta Ganadera, se beneficiaron en el país 930.780 cabezas de ganando de las cuales 643.810 fueron animales importados desde Brasil y Nicaragua.

Asimismo, ingresaron al país 11.812 toneladas de carne deshuesada desde Argentina, 52.000 toneladas desde Nicaragua; 40.000 toneladas de carne en canal se trajeron desde Brasil, 7.886 desde Uruguay y de Paraguay 4.150 toneladas.

En el caso del arroz, la producción interna se vio afectada el año pasado, primero por la fuerte sequía y luego por las intensas lluvias, lo cual, aunado a la baja rentabilidad del cultivo originada por los controles de precios, derivó en una disminución de 30,75% en la producción.

Según cifras de Fedeagro, en 2010 se produjeron 590.000 toneladas de arroz, y la memoria y cuenta del Ministerio de Alimentación señala que el año pasado se importaron 620.000 toneladas de este importante cereal.

Venezuela nunca se ha destacado por producir caraotas, no obstante, el Gobierno nacional en los últimos 12 años ha creado diversos planes para estimular la producción de leguminosas en el país, con la finalidad de minimizar la dependencia en las importaciones.

Sin embargo, estos planes no han germinado, pues mientras por un lado se produjeron 34.475 toneladas de caraotas en 2010, por el otro se importaron 80.060 toneladas.

Otro de los platos que destaca en la gastronomía nacional es la arepa, cuya materia prima para la elaboración es el maíz blanco. Hasta 2009, la producción nacional de este cereal era suficiente para atender toda la demanda, no obstante, el año pasado se importaron 350.000 toneladas de maíz blanco vía licencias de importación otorgadas por el ministerio de Alimentación.

Lo mismo ocurre con el café, cuya oferta dejó de ser soberana en 2009 cuando por primera vez se abrieron las puertas a las importaciones. Tan sólo en 2010 se importaron 680.000 quintales.

Las importaciones también predominan en granos como arvejas y lentejas; maíz amarillo, leche en polvo y azúcar, en los cuales Venezuela siempre ha sido deficitaria; además de quesos, oleaginosas, frutas y hortalizas.

En declive

El sector agrícola nacional padece las consecuencias de políticas que más que sumar lo que han hecho es restarle impulso al despegue del agro.

Los controles de precios prácticamente han anulado la rentabilidad de la producción de arroz, maíz, café, carne y leche, por mencionar los más sensibles, minimizando la capacidad de los productores de invertir en el desarrollo del sector.

En los últimos años, el desplome del sector primario nacional es palpable en las importaciones de los principales alimentos que consumen los venezolanos. La agroindustria se ha mantenido en los últimos dos años básicamente con la materia prima importada.

Venezuela se muestra como un país dependiente de las importaciones de alimentos, lo cual lo hace aún más vulnerable en momentos cuando el mercado mundial es volátil tanto en precios como en inventarios.

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