sábado, 7 de mayo de 2011

La política es sucia: el regreso

Como Drácula los dictadores no entran donde no les invitan los que pueden

CARLOS RAÚL HERNÁNDEZ | EL UNIVERSAL
sábado 7 de mayo de 2011 12:00 AM

El ideal del líder, y de los partidos políticos en los grupos altos y cultos -los verdaderos NINI-, es un sujeto "bien preparado" -como un pernil navideño pero en este caso un gerente y Ph.D. Cercano al pueblo pero con prestancia, razonablemente no lo quieren gordo ni calvo, más joven que viejo, que hable mandarín y conozca el mundo. De "acrisolada honorabilidad", bondadoso pero fuerte, sin vínculos con el pasado y empeñado en la redención de su pueblo: Lancelot, ya que Kennedy, Clinton, Blair y Felipe González con algunas cualidades, colaron una que otra mala costumbre. Se anhelan partidos luminosos, franciscanos, arcangélicos, dignos de la República de Platón; obedientes sin chistar a cierto público que ordena desde su poltrona, de la que sólo se han parado para ponerse los bermudas de guerra e ir a alguna marcha, acto de arrojo que amenazan, enojados, no repetir.

Sueño de quinceañera con tragos, la antipolítica es hacer política perfumada, cuyo programa se limita a estallar los partidos para que aparezca el hombre de la armadura esplendorosa entre los escombros. Según Schumpeter, -se ha dicho bastante-, hay pocas calamidades comparables a que empresarios, vedettes, locutores, editores, atletas, escritores o artistas un buen día se resuelvan a eliminar los políticos, y se metan a brujos sin conocer la yerba. Luego olvidan al Príncipe Azul y se desenfrenan por patanes peligrosos, populistas y demagogos que los llevan por el camino del dolor. Son como Lady Chatterley que cambió para su desgracia al noble y rico lisiado que la mimaba, por un violento labriego. ¿Cuántos se arrobaron hasta el clímax con el Quasimodo local? Se cuelan así los Ortega, Morales, Correa, Perón, Vargas, Hitler, Mussolini, a menos que los partidos políticos se atraviesen en el camino bárbaro, defiendan las instituciones y lo paguen eventualmente con impopularidad. Eso hicieron Betancourt, Duarte, Gorbachov y Yeltsin, Churchill, Uribe, Havel, Chamorro y otros.

Como Drácula los dictadores no entran donde no les invitan los que pueden. A muchos empresarios, capitostes de medios, arlequines de la pluma, políticos, antipolíticos, magistrados, anacrónicos, "antiperecistas", clases medias, se les cayeron las tangas frente al rugidor. Y los partidos, abrumados por sus contradicciones espirituales, acomplejados por aquella intelligentzia (más biencretinentzia) tuvieron miedo de enfrentar la impopularidad y se plegaron al furioso aleteo de plumíferos alebrestados.

La antipolítica ganó en 1993 y 1998, pero los caídos de la cuna trabajan para lapas. Despachados y despechados, se dijeron a sí mismos: "perdí ésta pero salimos de los partidos y ahora controlaremos la oposición, deschavetamos este militarsucho provisional, y saldrá mi número". Resultado: comienza el calvario de 1998 a 2006, en que la antipolítica casi logró convertir al caudillo derrumbado hasta 28 puntos, en la Reina Virgen. Estos ocho años fatídicos se recordarán porque la oposición la dirigieron Gaby, Fofó y Miliki, que despalillaron en operaciones irresponsables el capital democrático con el que podía derrotarse al gobierno en 2005 y 2006. Veintitrés mil demócratas de Pdvsa volaron por el paro petrolero. Asociadas a ineptitud antipolítica y la mezquindad impidieron el 12 de abril mantener la transición fallida. De retruque Quasimodo pasó rastrillo en las fuerzas armadas. Luego la "megaplasta" hundió los submarinos del Tribunal Supremo. El 15 de agosto de 2004 se enreda entre los que impugnan y aceptan el resultado del referéndum, con el detalle que no hubo escrutinios, ni resultados. A las 4 am Jorge Rodríguez dio los números que le provocaron. Y la antipolítica llega a otro brillante alumbramiento intelectual: ahora hay que abstenerse.

En 2005 los partidos retiran candidatos a la Asamblea, quebrada su debilidad por la presión de poderes fácticos, lo que no es excusa "¡Lávense los oídos para oír a la gente!" gritaba un conocido -por despótico- encuestador. Entre nenúfares, como Desdémona, flotaron con los oídos cerrados bien abiertos al pueblo. Ese día resplandece la mancha boba en el rostro antipolítico.

El gracioso granuja infiltró hace un par de semanas en un importante diario, un editorial contra la Mesa Unitaria, contra los que recogen los vidrios de esa etapa tarúpida. Más bien debemos agradecerles a Henríquez, Rosales, Ramos, Borges, Salas, Velásquez, Ismael, España, Aveledo y todos los constructores de la Mesa que hoy tengamos, por lo menos, una posibilidad.

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