jueves, 19 de mayo de 2011

Hacer viviendas

...Ha apostado duro a esta misión. Ojalá haga bastantes viviendas. De todos modos, está perdido

DIEGO BAUTISTA URBANEJA | EL UNIVERSAL
jueves 19 de mayo de 2011

Ya la incógnita ha sido despejada. Aquella pregunta sobre la oferta con la que Chávez trataría de recuperar su popularidad, y que jugará el papel que en el año 2003 cumplieron sus más conocidas "misiones", ha recibido respuesta. Será la misión vivienda.

Ha llamado la atención la insistencia de Chávez a jugárselo todo a esa apuesta. Algunos piensan que cuenta con los elementos que le aseguran un relativo éxito en esa política, además de la capacidad que tiene el aparato propagandístico del Ejecutivo para hacer aparecer cualquier cosa que haga el Gobierno cien veces más grande de lo que en realidad es.

No vamos a insistir en lo que ya tanto se ha dicho: que esta nueva misión pone al descubierto uno de los más grandes fracasos de este Gobierno. Toda esta parafernalia del registro, de los títulos anticipados, de las repetidas cadenas, no hacen sino subrayar el fiasco que ha resultado la gestión oficial en materia de construcción de viviendas. Pero el Gobierno cuenta con que no serán muchos los que, a la hora de irse a inscribir en el registro de viviendas, se harán esa reflexión.

No es cosa de ponerse a debatir sobre si el Gobierno hará o no hará las viviendas que promete. Uno quisiera que las construyera. Para empezar, para que la gente que carece de lugar decente donde vivir, lo obtenga. Pero además porque si el Gobierno sigue fracasando en ese terreno, quién sabe adónde puede llegar, en el campo de las expropiaciones y otras formas de agresión a la propiedad privada. La conducta adecuada en este caso es la de la vigilancia permanente, para ir chequeando cómo va eso. El Gobierno ha rodeado la inscripción en el registro de la misión de una cantidad de requisitos entre humillantes y amedrentantes, como la solicitud de información innecesaria sobre los aspirantes y las captahuellas. Pero aún así, muchos se inscribirán. Total, no pierden nada. A lo mejor les toca. Sobre todo, la Constitución les da ese derecho.

Pero, en esa supina ignorancia que uno quisiera saber cómo hizo para obtener, pareciera que este Gobierno cree que las políticas pueden adelantarse ellas solitas, sin pagar el precio del fracaso que en otras áreas se ha ido acumulando. Uno de los principales enemigos de la misión vivienda es lo que ha estado pasando en el terreno eléctrico. Como ya se ha observado, no parece congruente llevar a cabo una política de tal volumen como la que el Gobierno anuncia en el campo de las viviendas, con una situación como la que se está atravesando en el área de la energía. Más todavía: en el supuesto caso de que se construyera un buen número de viviendas, el sistema eléctrico se vendría abajo, dada su extrema vulnerabilidad a un aumento de la demanda, como sin duda se produciría de instalarse tales construcciones.

Estamos en el terreno de las observaciones de sentido común. El Gobierno cree que la oposición se alegra cada vez que hay un apagón. Se equivoca. Los adversarios de este régimen también vivimos aquí, y sufrimos como cualquier otro los efectos de los apagones, los deslaves y los derrumbes. Este Gobierno produce desastres cotidianos en cantidad suficiente para que la población esté suficientemente descontenta, como para que uno vaya a desear que además se nos vengan encima calamidades de esa otra escala. Algunos de esos desastres "cotidianos" son, por su parte, terriblemente dramáticos, como todo lo que va envuelto en la tragedia de la inseguridad.

Detrás de todo, hay algo fundamental: qué es lo que recibirá el eventual beneficiario de una de esas viviendas. No es una propiedad como todos la conocemos. Es una cosa rara, bautizada con términos como propiedad familiar, multifamiliar, social. Termina siendo una simple posesión más o menos estable, pero que no protege al posesor de decisiones políticas de desocupación y que en todo caso le impide vender, alquilar o dar en herencia el bien que supuestamente es suyo.

Como decíamos, Chávez ha apostado duro a esta misión, a ver si le saca las patas del barro. Ojalá haga bastantes viviendas. De todos modos, está perdido. Los motivos de su salida del poder son demasiado numerosos y profundos como para que la nueva misión pueda salvarlo de una derrota en las elecciones del 2012. Lo que si es seguro es que, en un gobierno de la Unidad Democrática, los que hayan recibido viviendas de aquí allá, recibirán en plena propiedad lo que el actual Gobierno les haya otorgado de esa manera tan insegura que antes vimos.

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