jueves, 26 de mayo de 2011

SANCIONES A PDVSA, ARROGANCIA IMPERIALISTA Y DEMAGOGIA PATRIOTERA



En relación con las sanciones que EUU acaba de imponer a un grupo de empresas de varios países, entre ellas PDVSA, se ha desatado una polémica en nuestro país, que, por cierto, no observamos en otros.

En Venezuela se ha dado con cierta intensidad por la obvia importancia que tiene para nosotros; es nuestra gallina de los huevos de oro, de la que dependemos todos.

Frente al asunto no debía extrañar la posición aspavientosa asumida por el gobierno; es proverbial su obsesión antiamericana, y conocida su capacidad para manipular a su favor cualquier situación de éstas, exacerbando el patrioterismo irracional.

No hay discurso, declaración o manifestación cualquiera del presidente venezolano y sus fieles, en la que no esté presente un ataque o condena al demoníaco imperialismo yanqui. Hasta risibles denuncias hemos oído; como aquella en la que el terremoto de Haití habría sido provocado por un arma secreta de la marina de EEUU. Similar a la que en estos días hizo el hermano de Chávez, el tirano teocrático Ahmadinejad, al afirmar que los europeos impiden que la lluvia llegue a su país con manipulaciones de las nubes.

Pero volvamos al asunto de las sanciones y cómo han sido valoradas por las fuerzas políticas y ciertos opinadores.

En primer lugar, hay que decir que las sanciones van dirigidas contra empresas de los Emiratos Árabes, Singapur, Israel y Mónaco. El objetivo de la sanción, según voceros del Departamento de Estado, es ejercer una “presión acentuada sobre Irán para que respete sus obligaciones internacionales”. Por cierto, el año pasado 9 empresas fueron penalizadas por las mismas razones, y entonces no se incluyó a PDVSA. Con esta conducta, EEUU es consecuente con decisiones tomadas en varias oportunidades en instancias multilaterales internacionales (Consejo de Seguridad de NNUU).

En segundo término, debemos recordar aquí que el 23 de los corrientes, un día antes de la sanción norteamericana,la Unión Europea también sancionó a 100 empresas sospechosas de estar ligadas al programa nuclear y balístico iraní, todo de conformidad con las referidas decisiones de las NNUU.

En tercer lugar, no hay que olvidar que son Alemania, China, EEUU, Reino Unido y Rusia los que tienen fundados indicios de que Irán, bajo la cobertura de un programa civil, esconde el objetivo de hacerse con el arma nuclear; de allí que hayan sido emitidas tales sanciones.

En cuarto lugar, es de destacar que en virtud de tales medidas contra Irán, las petroleras Shell, Reliance, Q8, Petronas y Total, entre otras, no han vendido más productos refinados a ese país. Por su parte, la aseguradora Lloyds ya no asegura navíos de productos petroleros relacionados con entregas a Irán.

En quinto lugar, y violando las mencionadas disposiciones onusianas, el gobierno venezolano ha realizado algunos acuerdos y operaciones oscuras con el gobierno de Irán, que han encendido las justificadas alarmas en la comunidad internacional.

Es en este contexto en el que se sanciona a la petrolera venezolana.

Algunos han dicho que los venezolanos, sin distingos, deberíamos condenar tales medidas contra “nuestro país”. Es la postura más simplista y primitiva. Pareciera que el dicho aquel –“el que le pega a su familia se arruina”- sería razón suficiente para el repudio colectivo nacional. Así, todos deberíamos salir al unísono y en ofrenda a la patria mancillada, a recitar aquel discurso del Cabito Castro: “La planta insolente del extranjero ha profanado el suelo sagrado de la patria…”.

Por otro lado, se ha señalado también que la medida debe ser rechazada por ser, como dice Teodoro Petkoff, “acto típico de arrogancia imperial, de la cual tanto trabajo les cuesta a los gringos desprenderse”. Petkofferróneamente, a mi juicio, equipara la medida a las leyes Helms-Burton o Torricelli, que son leyes nacionales, y agrega que es una medida unilateral al estilo Bush en el caso de Irak y al margen de las NNUU, lo cual no es cierto.

A mi entender, las razones que subyacen a ambas posiciones son equivocadas.

En el primer caso, porque no todo lo que pueda hacer o dejar de hacer un venezolano o un gobierno nuestro en los ámbitos nacional e internacional, así sea condenable, puede contar con una solidaridad automática del venezolano. Así, la conducta de vergonzoso acompañamiento que hace Chavez con los tiranos más aborrecibles del mundo, no puede ser avalada por un venezolano de bien y responsable sólo por razones patrióticas o de identidad nacional.

Si PDVSA ha violado disposiciones legales y/o compromisos internacionales, atribuibles a gobernantes venezolanos incmpetentes y atolonfrados ¿debemos solidarizarnos automáticamente con ellos sin hacer otras consideraciones?

En el segundo caso, y consciente de la arrogancia proverbial de muchos gobernantes norteamericanos, no creo que la medida contra PDVSA haya sido por mera “arrogancia imperial”. Forma parte, como hemos dicho, de un conjunto de sanciones adoptadas en el seno de las NNUU, juridicamente obligatorias, y así las debemos entender. EEUU está siendo consecuente y acatando las decisiones de esta instancia mundial, no está haciendo nada contrario a ellas, independientemente de cual sea su intención. Igual lo está haciendo la Unión Europea ¿es arrogante también ésta?

Ahora bien, que Chávez y sus acólitos hayan utilizado esta decisión norteamericana como catapulta para su festival de patrioterismo irracional y nacionalismo barato, era de esperarse. Pero ¿Debemos caer en el juego de su chantaje patriotero?

¿No tiene la oposición democrática otra alternativa que la de seguir a la cola del patrioterismo chavista, dizque para no perder concexión las masas?

¿Estamos tan mal que no disponemos las fuerzas democráticas de razones válidas para construir y trasmitir una postura propia, seria, responsable y no demagógica ante el país frente a lo ocurrido a PDVSA?

Porque, definitivamente, en este asunto no se trata de si se está o no con PDVSA, de si se es más o menos venezolano, o si EEUU es arrogante o no.

Lo central es que tenemos un gobierno irresponsable que pone en riesgo a nuestra principal industria al establecer vínculos estrechos e inconfesables con gobiernos indeseables, tiránicos, forajidos, promotores del terrorismo, y además sancionados, todo lo cual vuelve a aquella empresa susceptible de medias como la que nos ocupa.

Caer en la trampa de la demagogia patriotera que nos pone el gobierno chavista, es un gran error politico, es más, de pedagogia politica.

Me dirán que no quedaba otro remedio, que los ciudadanos de a pie no entienden estas cosas complicadas, y que los oráculos de las encuestas recomiendan montarse en la onda más fácil del patrioterismo.

Si es así, mal estamos, incapaces de articular un mensaje distinto al anacrónico que ha estado imponiendo la barbarie roja estos años, y que lamentablemente, algunos de los que se supone nos van a sacar de esto, se empeñan en reforzar.


EMILIO NOUEL V.


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