viernes, 6 de mayo de 2011


EL CANDIDATO CAPRILES


ALFREDO MEZA


Se ha demonizado tanto el liberalismo que hasta los enemigos del gobierno temen abrazar esa causa.

Durante muchos años he abrazado la convicción de que los electores en Venezuela nunca han podido escoger entre alternativas realmente distintas al presidente de la República. Unos más, otros menos, los aspirantes sólo pretenden apoderarse del control de la renta petrolera para redistribuirla de acuerdo con sus principios políticos. Lo hicieron los adecos, los copeyanos, y también lo hace Hugo Chávez. Es mentira que se están creando las bases para superar el modelo rentista. Somos sólo un enorme barril de petróleo.

El martes 3 de mayo, Henrique Capriles Radonski oficializó su precandidatura presidencial. Era cuestión de días. El gobernador del estado Miranda encabeza las encuestas con una ventaja respetable. Falta mucho para las Primarias y cualquiera de los otros aspirantes pudiera remontar, pero luce complicado. Capriles tiene un carisma que administra muy bien, es un hombre al que nadie puede achacar la responsabilidad de los yerros del período anterior a la llegada de Chávez al poder; y tiene una obra de gobierno, que más allá de su impacto positivo o negativo, que suma experiencia a sus credenciales de aspirante.

Lo escuché cuando anunció que competiría y, luego, en entrevista con César Miguel Rondón y Patricia Janiot. Es injusto etiquetarlo por el mensaje que esbozó durante esas comparecencias, porque apenas estamos en la pretemporada, pero desde ya da la impresión de que su oferta no se apartará mucho de lo que nos obsequia el chavismo: redistribución de la renta y superchería bolivariana. “Bolívar es de todos”, dijo en su primer mitin como precandidato. Yo celebro que proponga como uno de sus principales objetivos la reconciliación y la reconstrucción de la institucionalidad tras una prolongada tala de doce años, pero a la vez me pregunto si los venezolanos están realmente cansados de la pugnacidad chavista. ¿O es la reivindicación del odio de clases una de las razones por las que se mantienen elevados los índices de popularidad de Hugo Chávez, después de tanto tiempo en el poder?

En fin, ¿sólo con la reconciliación basta para derrotarlo en diciembre de 2012? Desde hace unos años, pero especialmente desde 2007, abrigo una convicción: hace falta construir un modelo distinto, de libre mercado y apertura a la inversión extranjera, que ponga al candidato en la acera contraria al modelo redistributivo de la renta petrolera. En el terreno del populismo Chávez es invencible. Con todo el dinero a su disposición, cualquier candidato que, como Rosales en 2006, ofrezca programas de ese corte parece condenado al fracaso.

Se ha demonizado tanto el liberalismo que hasta los enemigos del gobierno temen abrazar esa causa. Un proyecto de país que favorezca la inversión privada, que garantice la libre competencia, no tiene por qué dejar de lado una política social estatal realista. ¿No es ese el modelo que ha llevado a Chile al umbral del primer mundo? Poco antes de escribir estas líneas un seguidor de mi cuenta Twitter me dijo que los venezolanos no somos suizos. Pesa demasiado el fracaso del segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario