Nunca en la historia los poderosos habían abdicado de manera tan miope su poder
Al promover la globalización económica, empujándola hasta sus límites, el mundo desarrollado estaba simultáneamente creando las condiciones para su declive. Máxime cuando dejó en manos de sus empresarios los hilos fundamentales del proceso.
En su busca de máxima ganancia, las empresas del Norte crearon empleos en los países del Hemisferio Sur a expensas de hacerlos desaparecer en los propios. Según Robin Meredith: "Hace veinte años los países en desarrollo proveían únicamente 14 por ciento de las manufacturas que importaban los países en desarrollo, pero para 2006 este porcentaje se elevó a 40 por ciento y para el 2030 deberá haber aumentado a más del 65 por ciento, de acuerdo a las estimaciones del Banco Mundial" (The Elephant and the Dragon, New York, 2007).
Sin embargo, el Norte no sólo entregó al Sur la preeminencia industrial, sino que está haciendo otro tanto con el sector de los servicios. Nuevamente de acuerdo a Meredith: "Para 2008 Estados Unidos habrá trasladado 2,3 millones de puestos de trabajo en el sector de los servicios (a las economías en desarrollo), mientras que el Reino Unido lo habrá hecho con 650 mil" (Ídem). Alan Blinder, uno de los economistas más importantes de EEUU, ha pronosticado que el área de los servicios impersonales, es decir, aquellos que pueden ser prestados a distancia gracias a las tecnologías de la información y las comunicaciones, desaparecerá mayoritariamente del mundo desarrollado para relocalizarse en las economías en desarrollo, donde convergen una gran masa de talento y costos muy inferiores ("Offshoring: The Next Industrial Revolution", (Foreign Affairs, March/April, 2006).
Las empresas del mundo desarrollado no sólo están transfiriendo sus empleos sino también su alta tecnología. Ello ocurre básicamente en relación a China y opera por dos caminos diversos. Uno, entregando tecnología para acceder a ese mercado. Dos, vendiendo las empresas que la producen. Un ejemplo de lo primero lo encontramos en la cesión de lo más sofisticado de su tecnología aeronáutica por parte de General Electric, para beneficiarse de un mercado que en los próximos veinte años debe generar 400 millardos de dólares en ventas en ese sector. Lo segundo a través de la venta a ese país de empresas como Volvo o la División de Computadores Personales de IBM.
Al trasladar al Sur las industrias, se sentaron las bases para un gigantesco superávit comercial por parte de estos países y básicamente de China. El impacto de este superávit se expresa por dos vías. La una a través de un control creciente de la deuda externa del Norte. China es el mayor acreedor externo de EEUU y va camino a serlo también de Europa. La otra, a través de su capacidad para controlar parcelas crecientes de economías desarrolladas. De acuerdo alInternational Herald Tribune del 4 de mayo, China se dispone a invertir dos millones de millones de dólares en la adquisición de "compañías, plantas y propiedades en el exterior". Ello se traducirá en la compra de empresas y activos estratégicos en el mundo desarrollado. Nunca en la historia los poderosos habían abdicado de manera tan miope su poder.
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