ENTREVISTA A COLETTE CAPRILES SOBRE EL 8D
1. ¿Cómo interpreta usted los resultados de las elecciones del pasado 8-D?
Me parece que cierran un periodo que se abrió con la muerte de Chávez: el de la tensión muda entre dos fuerzas que no alcanzan a desequilibrarse mutuamente. Se puede hacer toda clase de lecturas cuantitativas, pero la impresión general que arrojan es la de un empate, unos bloques tectónicos de tamaño similar que se enfrentan sin dinamizarse. De modo que lo interesante es la interpretación (o la intención en la lectura de los números) y no los datos mismos. El gobierno, por intermedio primero de la rectora del CNE, y luego a través de sus propios voceros, construyó rápidamente un discurso destinado a “barajear” números (cuando aún faltaban 86 alcaldías por escrutar) y procurar una impresión de fuerza que no se corresponde con los datos. La Unidad por su parte mostró debilidad discursiva antes y después; y a pesar de que los resultados se parecen mucho a las previsiones que arrojaban las encuestas, y no fueron por lo tanto especialmente sorpresivos, queda de nuevo a la vista el aislamiento comunicacional de la Unidad y su dificultad para ofrecer un contexto de interpretación unitario, precisamente. Evalúo los resultados para la Unidad como muy favorables, sin embargo, puesto que las condiciones generales de la campaña (censura mediática, sequía financiera para las campañas de la oposición, discursos de odio, complicidad del CNE para acentuar el ventajismo grotesco del gobierno, etc.) han sido las peores conocidas hasta ahora. Dos comentarios más entre muchos otros posibles: 1) las acciones autoritario-populistas que el gobierno llevó a cabo en el plano económico lograron su objetivo, que fue movilizar y compactar a su base electoral (evitando la debacle que le auguraban las encuestas hace un mes), lo cual dice algo (bastante preocupante) acerca de la cultura política del chavismo, y 2) El chavismo y sus satélites opináticos parecen afirmar que Henrique Capriles adelantó una campaña plebiscitaria, lo que no es cierto, para poder afirmar que se trata del “gran derrotado” de estas elecciones. Supongo que se tratará de esconder con ello el fracaso vergonzoso del “Día de la Lealtad” a Chávez, que terminó con la pérdida de la alcaldía más significativa para el chavismo: la de Barinas. Si hubo alguna estrategia plebiscitaria, y fracasada, fue entonces la del gobierno. En el mensaje de campaña de Henrique Capriles Radonski había indudablemente elementos destinados a mantener la identidad del votante que lo favoreció el 14-A, y mensajes asociados al hecho de que, obviamente, el indicador del voto agregado puede leerse como un veredicto general sobre la tendencia de la mayoría, y de haber favorecido notablemente ésta a la Unidad, el clima político general podría haberse visto afectado, llevando a otros desafíos políticos en el corto plazo. Sería muy grave, de paso, que el gobierno interpretara los números como una victoria de su proyecto; al contrario, tal vez es su proyecto de Estado comunal y economía dirigida, aparte de lo lamentable de su liderazgo, lo que le ha venido succionando simpatías, apenas recobradas por la efervescencia de las “medidas” hiperpopulistas de las últimas semanas.
2. ¿Cuáles son los desafíos y oportunidades que estos resultados electorales le ofrecen al gobierno y a la oposición?
Como dije, se cierra un ciclo. Formalmente es así en virtud de que pasaremos, en principio, por un largo periodo sin elecciones. Pero sustantivamente también: el gobierno de Maduro ha hecho saber ya de qué material leninista está hecho y de su carencia absoluta de escrúpulos y de cualquier espíritu conciliatorio, lo que augura un periodo de agudización de contradicciones, para decirlo con ese lenguaje. Por otra parte, el no-chavismo, la oposición, debería entrar, de inmediato, en un necesario proceso de reestructuración en el plano de su liderazgo y estrategias políticas, dirigida justamente a afianzarse en los espacios ganados para resistir el envión autoritario y represivo que viene, y para ofrecer un horizonte alternativo al grisáceo y lamentable paisaje chavista. Ambos tienen el mismo objetivo: desequilibrar esa paridad en los bloques tectónicos.
El desafío central para los demócratas es algo que toca lo que antes comenté sobre la cultura política del chavismo: precisamente, ofrecer una cultura política alternativa. Creo que la medición electoral ya no indica realmente la condición política del país, en el sentido de que su eficacia es cada vez menor por la misma dinámica del “poder fáctico” chavista, nada comprometido con la voluntad popular. El cambio debe venir desde algo más existencial que una preferencia electoral; desde una consolidación de una cultura pública moderna que se diferencie de la chavista, con su machismo, su ruralismo artificial, su simulación del lenguaje popular, su impostación, su corrupción, su divisionismo, su mediocridad, su “viveza criolla”.
3. Luego de estos resultados, ¿qué espera, desde el punto de vista político, del 2014?
En otro plano más cotidiano, el gobierno parece pensar que la crisis del modelo económico del socialismo rentista es una oportunidad para hacerse de mayor control de la economía y la sociedad, de modo que puede anticiparse más penuria económica y más perdedores en el corto y mediano plazo; la oposición debe construir tácticas que preserven los espacios ganados, contrarresten la desmovilización y ofrezcan un marco discursivo para el cambio de cultura política. El mayor riesgo inmediato es constituir una especie de status quo en el que pequeños avances de uno sean neutralizados por el otro, permaneciendo en ese equilibrio estático. Creo que va a ser más bien un año de grandes cambios, sin embargo. El gobierno tratará de aprovechar el silencio electoral para fortalecer su control; la oposición va por su parte sin duda hacia un proceso de renovación radical. Veremos cuál de los dos tiene éxito.
(TOMADO DE PRODAVINCI)
(TOMADO DE PRODAVINCI)
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