Venezuela acaba de protagonizar otra ruptura de relaciones diplomáticas ocurrida durante el chavismo. Pareciera ser -según ellos- que el mundo está comprometido en una conspiración cuyo blanco sería este gobierno que en quince años ha ofrecido tantos logros -especialmente en bienestar económico y calidad democrática- a nuestro país. Esta vez le tocó el turno a Panamá.
Las relaciones diplomáticas son a los Estados lo que las relaciones de amistad son a los particulares. Es posible ser muy amigo, medianamente amigo o nada amigo de alguien y estas categorías pueden fluctuar en el tiempo de conformidad con múltiples factores. De la misma manera la intensidad en las relaciones poco tiene que ver con la decisión de mantener o no negocios. En el caso del último arrebato venezolano el Sr. Maduro optó por descontinuar por ambas cosas.
Es cierto que nadie está obligado a mantener relaciones con quien no quiere pero también lo es que en cualquier relación de convivencia existen algunos usos y costumbres que aun siendo solo de forma califican mucho el fondo de las cosas. Si a Ud. lo invitan a una boda a celebrarse en un salón de fiestas no sería adecuado aparecerse en short y chancletas ya que existen ciertas normas, explícitas o implícitas, que convertirían tal actitud en una ofensa al invitante. De la misma manera el lenguaje soez utilizado por el Jefe del Estado al anunciar su decisión más las acusaciones altisonantes pronunciadas mientras él mismo lucía la banda presidencial y el collar que sostiene las llaves del sarcófago del Libertador y del Acta de la Independencia daban a entender que la diplomacia venezolana actual se inspira en niveles hormonales más que en normas de convivencia internacional. Los que así se comportan pueden ser los que más gritan pero no los que son más respetados.
Pareciera ser también que las ganas de demorar el pago de la deuda de empresarios venezolanos con sus homólogos de la Zona Libre de Colón pudo haber jugado un rol importante en la decisión. Cabe destacar que la relación es entre empresarios privados deudores (venezolanos) y acreedores (panameños) pero aun así los pagos no se pueden hacer si no media el permiso gubernamental de Cadivi (hoy Cencoex) para girar las divisas. De igual manera los posibles fraudes en la cuantificación de la deuda deben ser dilucidados castigando a los maulas pero respetando las acreencias y deudas legítimas. Aquí castigaron a todos por igual.
Por último, todo el episodio de la reunión del Consejo Permanente de la OEA, su carácter secreto y el frustrante texto de la resolución acordada en tal evento muestran una vez más que todo aquello de la Carta Democrática y la defensa de sus valores han quedado sepultados -o al menos congelados- en la realidad continental en la que gobiernos alcahuetes o con bozal de arepa una y otra vez olvidan su compromiso con los principios ignorando los abusos cometidos por los "socialistas del siglo XXI" bajo la obsoleta premisa de la "no intervención en los asuntos internos" desconociendo que hoy día la defensa de los Derechos Humanos ya no reconoce fronteras nacionales.
apsalgueiro@cantv.net
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