ADOLFO R. TAYLHARDAT |
EL UNIVERSAL
La semana pasada, valiéndose de un ridículo subterfugio de procedimiento, Chavezton frustró una iniciativa de Panamá para que el Consejo de la OEA debatiera la situación reinante en Venezuela. Sin embargo el tema quedó pendiente para cuando se reincorpore el presidente de turno del Consejo Permanente, el Representante de República Dominicana. Esto, por supuesto no es garantía de que la propuesta será examinada y no se excluye que nuevamente se recurra a un nuevo efugio para impedir debatir la propuesta panameña.
Pero no puede excluirse que la mayoría de los miembros del Consejo admita el tema e inicie su discusión. Esta decisión se tomaría por simple mayoría. Consciente de que difícilmente podrá impedir la formación de la mayoría simple necesaria, el régimen intenta sacarlo de la OEA y llevarlo a Unasur.
Como es sabido, Unasur nació como un esquema dedicado a la integración. Sin embargo, el difunto führer, con el apoyo de su acólito presidente de Ecuador, se las arregló para hacer que ese organismo aprobara una "Cláusula Democrática", que no es sino un instrumento para proteger las dictaduras, comenzando por la de nuestro país. Su 1 . es suficientemente claro en ese sentido: "el presente Protocolo se aplicará en caso de ruptura o amenaza de ruptura del orden democrático, de una violación del orden constitucional o de cualquier situaciónque ponga en riesgo el legítimo ejercicio del poder y la vigencia de los valores y principios democráticos".
Está claro entonces que la Cláusula Democrática de Unasur no fue concebida para proteger la democracia y mucho menos los derechos humanos sino a los gobiernos sin distinguir entre regímenes democráticos y gobiernos totalitarios violadores del orden constitucional como el que en mala hora detenta el poder aquí.
Nadie niega que la OEA está desacreditada, pero ese descrédito se origina en la manipulación de que es objeto por parte de gobiernos que compran votos para inclinar las decisiones en la dirección que les conviene. Esta es evidentemente la situación que prevaleció durante el régimen del difunto führer y su sucesor, quienes no pierden oportunidad para utilizar la petrochequera en chantajear y presionar a países necesitados de dólares y petróleo.
Con todo, la vocación democrática de la OEA es incuestionable. Está plasmada en términos precisos en la Carta de la Organización y sobre todo en la Carta Democrática Interamericana cuyo primer artículo 1 . es tajante cuando dice que los pueblos de América tienen derecho a la democracia y los gobiernos tienen la obligación de protegerla.
Afortunadamente, la gira por los países de Unasur que acaba de hacer el simulacro de canciller que tenemos, no parece haberle dado buenos resultados. En este sentido es importante lo que acaba de decir la presidenta de Argentina, quien hasta ahora parecía estar cuadrada con el régimen del ilegitimo. En su discurso con motivo del inicio del nuevo periodo parlamentario dijo – esperemos que sea sincera – "No vengo a defender al gobierno de Venezuela. No vengo a defender a Nicolás Maduro. Vengo a defender la democracia.
Esto confirma la impresión de que muchos gobiernos de América están dispuestos a poner en funcionamiento los mecanismos de la OEA para la defensa de la democracia en Venezuela. Espero no equivocarme en esta apreciación. A esta altura esos gobiernos están suficientemente informados de la tragedia que vive nuestro país como resultado de la represión cruel y despiadada del régimen contra la ciudadanía que protesta por la inseguridad, el desabastecimiento, la inflación, el alto costo de la vida. Deben tener claro que la disidencia no está gestando ningún golpe de Estado y que el único golpista es el régimen. Deben estar conscientes de que aquí no hay ninguna guerra económica salvo la que libra el régimen contra todos los sectores de la economía.
Exclusión hecha por supuesto de los tres chiflados gobernantes de Ecuador, Bolivia y Nicaragua que son capaces de romper lanzas defendiendo al régimen que los amamanta con petrodólares, ningún gobierno de la región, incluidos los de los pequeños países del Caribe angloparlante, herederos de la cultura anglosajona, no pueden cerrar sus ojos a la realidad venezolana.
Es hora, en fin, de que la OEA demuestre que sirve para algo y aplique la Carta Democrática Interamericana a un régimen que ha quebrantado el proceso político institucional democrático. En Venezuela se ha producido una ruptura del orden democrático y una alteración del orden constitucional. Es hora también de que los Estados miembros de la OEA actúen para impedir que continúe la ola de represión que ha cobrado la vida de 18 personas, ha producido cerca de 180 heridos ha detenido numerosas personas inocentes, tiene encarcelado acusado, sin fundamento, de una serie de delitos, un destacado líder de la oposición y persigue a una serie de personalidades que no han cometido ningún delito.
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