Una certera máquina de matar...
ELIZABETH BURGOS
ELIZABETH BURGOS
Los “colectivos” venezolanos que defiende Nicolás Maduro, son el equivalente de las “Brigadas de Respuesta Rápida” cubanas, creadas por Fidel Castro para masacrar a los manifestantes de oposición sin involucrar “el buen nombre” de la fuerza armada. En los años `90, esas brigadas perpetraron crímenes contra unos “marchistas” opositores y apagaron la disidencia durante años.
“ELodio como factor de lucha, el odio intran- sigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones naturales del ser humano y lo convierte en una eficaz, violenta, selectiva y fría máquina de matar. Nuestros soldados tienen que ser así: un pueblo sin odio no puede triunfar sobre un enemigo brutal.” Brutal es también lo que implica como lógica de muerte este mensaje enviado por Ernesto “Che” Guevara como “Mensaje a la Tricontinental” y que desde entonces sirve de base pedagógica en los entrenamientos militares que se imparten en Cuba.
De la asimilación del mandato de Che Guevara por los venezolanos que se han entrenado en Cuba, no queda ninguna duda tras la orgía de sangre que le ha prodigado al mundo el gobierno “revolucionario” de Venezuela. Han demostrado con creces, haberse convertido en “selectivas y frías máquinas de matar”. Tanto las fuerzas oficiales como los paramilitares no dispararon de manera disuasiva, sino a los centros vitales -disparo en la cabeza- contra jóvenes desarmados que simplemente hacían uso su derecho a manifestar.
La célula de análisis psicológico del Minint (Ministerio del interior cubano) ha estudiado el comportamiento de los venezolanos poco dados al derramamiento de sangre. Cada vez que se ha planteado una situación similar a la que está sucediendo en estos días, en que la población ha salido a manifestar masivamente contra los desmanes del gobierno, fue suficiente que unos pistoleros motorizados ocasionaran algunos muertos para que la gente atemorizada, detuviera las protes- tas y volviera a sus casas. Así sucedió en la Plaza de Altamira cuando un pistolero desde una moto, asesinó a una manifestante. Así sucedió con las grandes marchas, que debido a su amplitud, requirieron la intervención de varios pistoleros en Puente Llaguno. Son incontables las veces que el escenario se ha repetido. Esa forma de calmar las protestas, es indudable que obedece a una estrategia bien de definida y lleva el sello castrista.
La intervención de personal paramilitar, sin conexión aparente con el régimen, es la técnica desarrollada por Fidel Castro para contener manifestaciones y protestas, y así evitar la intervención de la policía y de las fuerzas armadas: el gobierno “revolucionario”, destinado a darle la felicidad al pueblo, no será confundido con los gobiernos represivos militares de la Argentina o de Chile. La dictadura cubana ideó la creación de Un “colectivo” venezolano, dispara en Valencia, Carabobo, contra los estudiantes. Los “colectivos” venezolanos, serían el equivalente de las “Brigadas de Respuesta Rápida” cubanas, creadas por Fidel Castro con civiles encargados de “los trabajos sucios”.
Civiles bien entrenados que intervenían e intervienen, cada vez que sectores disidentes cubanos se atreven a protestar. La dictadura cubana los califica de “pueblo que defiende la revolución”. El eufemismo empleado en Venezuela, es el de “brigadas por la paz”.
Las “Brigadas de Respuesta Rápida” se organizaron en Cuba a raíz de las protestas que se realizaron en 1994, cuando por primera vez sucedió un acontecimiento nunca visto en la isla: la primera manifestación anticastrista en 35 años de dictadura. Corría el famoso “Período especial” y en los países del Este acaban de ocurrir las protestas masivas que habían borrado las dictaduras comunistas dirigidas por Moscú.
Antes había ocurrido el incidente del remolcador “Trece de marzo”. Un testigo narra aquel crimen del remolcador abordado en la bahía de La Habana por setenta personas, entre las que había mujeres y niños. Desde que enfiló hacia la boca del puerto, el remolcador comenzó a ser seguido por un barco “bombero” - de los empleados para apagar incendios en el mar-, pues la fuga era conocida por la policía al haber introducido ésta unos espías entre el grupo que había planeado la huida del país. Es más, había llegado a oídos del propio Castro, y éste decidió dar un “escarmiento” ejemplar. Pudo haber abortado la operación deteniendo a los que pretendían fugarse o impidiéndoles que se embarcaran. Pero no lo hizo. Prefirió una acción que según sus cálculos pondría fin de una vez por todas a las salidas ilegales de Cuba mediante el robo de embarcaciones. Y dio la increíble orden de hundir aquel viejo barco con todos los pasajeros que llevaba dentro. Fue hundido por lanchas torpederas de la Marina de Guerra cubana, pereciendo cuarenta personas”.
Testigos de los hechos cuentan que el escarmiento sirvió para exacerbar a la gente y sucedió lo inaudito. “El 5 de agosto, una masiva manifestación anticastrista. sin que hubiera habido organización previa, sin ser dirigida por nadie, espontáneamente, marchó primero por la Avenida del Puerto, en la vieja Habana, y después por el Malecón.
“Gritaban consignas contra el comunismo, contra el gobierno, contra Castro, y se decían entre sí ‘Se jodió esto’, ‘Ahora sí ya se acabó el socialismo”, ‘Se cayó Fidel’, pero sobre todo coreaban a voz en cuello ‘¡Libertad! ¡Libertad!’. En el camino se les unían más y más personas, que de espectadoras pasaban a ser manifestantes también”.
En la noche de ese día 5 de agosto de 1994 se desató la represión. Y se desató precisamente en circunscripciones populares de la ciudad. En el barrio de Colón, por ejemplo, fueron sacadas de sus casas personas sospechosas de haber participado en la manifestación o de haberse mostrado solidarias con ella. Para esta labor de delación apeló a los tristes Comités de Defensa de la Revolución, que denunciaron a participantes y sim- patizantes de la revuelta. En un alarde de poder, componentes de las Brigadas de Respuesta Rápida, de los CDR y miembros de la Unión de Jóvenes Comunis- tas (UJC) y, cómo no, policías con vestimentas civiles, capitaneados por el secretario general de la UJC, efectuaron a la tarde una contramarcha por las mismas calles y lugares que los manifestantes habían transitado por la mañana, vociferando contra los “traidores”, “vendepatrias” y “contrarrevolucionarios” y a favor de Fidel y la revolución. “Grupos de civiles armados con palos y tubos de metal, la mayoría miembros de los Destacamentos de Respuesta Rápida, recorrían las calles coreando consignas a favor de Fidel Castro”.
Si me he centrado en narrar estos acontecimientos sucedidos en La Habana en los años 1990, es para demostrar que sí han habido manifestaciones de protesta en Cuba contra la dictadura, contrariamente a lo que se suele comentar, pero a los disidentes cubanos, hasta hace muy poco se les ha dejado abandonados. Después de esos acontecimientos sucedidos en La Habana, venezolanos ilustres continuaban viajando a Cuba, invitados por el régimen, creando incluso, instituciones culturales.
Para que en Venezuela se esté consciente del enemigo contra el cual se está luchando. Porque quien se ha convertido en una eficaz, violenta, selectiva y fría máquina de matar , no es un rival político, sino un peligroso enemigo. Un asesino.
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