LUIS MANUEL ESCULPI
No pareciera una denominación muy apropiada, mucho menos inteligente, para informar de un nuevo enroque en el gabinete y mucho menos las tan anunciadas medidas económicas. Si bien los más jóvenes no lo vivieron, poseen suficientes referencias para tener una idea de que El Caracazo, aquella inmensa protesta del año 89 por la aplicación de un paquete de medidas, también fue llamado así.
Aún sin la presencia de Giordani para la toma de decisiones económicas, lo cierto es que las divergencias en torno a las acciones a tomar y la realización del Congreso del PSUV a finales de mes, fueron entre otras razones para posponer nuevamente los anuncios. Hay quienes en el gobierno son partidarios de su aplicación a través de la “política del goteo”, como de hecho lo han venido haciendo y quienes se pronuncian abiertamente por hacerlo en paquete.
A pesar de haber aceptado la “asesoría técnica” del Fondo Monetario y del BID intentan guardar las apariencias y no tienen acuerdo en las providencias compensatorias a adoptar frente al duro golpe que significará las decisiones que ya consideran inevitables. Un nuevo aumento del salario mínimo les parece insuficiente y les preocupa sus consecuencias, porque se solaparían los “sueldos intermedios” y aumentaría también el pago de las pensiones.
Hay temas que les resultan verdaderamente candentes, frente a los cuales abrigan muchas aprehensiones y temores, uno es el aumento de la gasolina, donde se debaten entre aplicarlo de una vez o posponerlo para el próximo año. Lo cierto es que a la inflación y la escasez que ya sufrimos habrá que añadir la que traerá la denominada unificación y la desaparición del dólar de 6,3 para la adquisición de alimentos y medicinas. El panorama para este segundo semestre no luce nada halagador.
Hasta ahora el anunciado Sacudón ha resultado apenas un soplido, cadenas repetitivas y sin sentido, muy por debajo de las expectativas que han pretendido generar, no hay el menor indicio de cambios sustanciales en el gabinete y mientras tanto las condiciones de vida de la mayoría se siguen deteriorando día a día.
El verdadero Sacudón fue el que le propinaron las bases del PSUV a su dirección, al no concurrir a las elecciones el pasado domingo, fue esa una manera de expresar su malestar y descontento ante la grave situación que confrontan al igual que el resto de los venezolanos. Más allá de la exageración de la supuesta cifra de inscritos en ese partido, lo que destaco fue la alta abstención, hasta el punto que Diosdado, como vocero oficial, no se atrevió a dar un porcentaje de participación arguyendo “que era muy difícil, porque cada elector tenía más de un voto”, olvidando que en el proceso utilizaron las captahuellas, alardeando luego que ellos no quemaban los cuadernos electorales; como se sabe con ambos instrumentos se puede determinar tanto el número de votantes como el porcentaje de abstención. En círculos del PSUV se comenta que la participación en el Área Metropolitana estuvo alrededor del 8% y, entre esa cifra y el 14% a nivel del país. Sin lugar a dudas la crisis nacional tiene importantes repercusiones en el seno del oficialismo cuya evolución siempre habrá que tomar muy en cuenta.
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