Albert Camus dijo: “Hay dos cosas verdaderamente irreparables en la vida; la torpeza y la estupidez”. Creo que todavía tenemos tiempo para evitar destruir la unidad torpemente o estúpidamente. La unidad es una línea estratégica vital. Sin ella no tenemos vida, por ello estamos obligados a administrar la unidad con madurez, responsabilidad y coraje, para evitar que nos arrastre el voraz ciclón de las torpezas y estupideces. Antes de que ello ocurra, debemos salirle al paso con firmeza y serenidad.
Buscar culpables por los esguinces de la unidad es una tarea torpe y estúpida. Lo sensato es hacer un esfuerzo por reencontrarnos y fortalecer el movimiento unitario. Esta es la hora de la solidaridad con nuestros compañeros presos, perseguidos, y con las víctimas fatales. Esta debe ser la hora del reencuentro para rescatar la unidad y presentarle a nuestro pueblo una opción de cambio confiable.
Henrique Capriles levantó una polvareda innecesaria cuando señaló, la semana pasada, que “La Salida” era un error. Por Capriles yo siento respeto, creo que es un activo político que todos debemos cuidar, comenzando por él mismo. Pero reavivar un debate que dimos en su momento me parece que, además de inoportuno, es una provocación imprudente a los actores que promovieron esa estrategia, encabezados por López, Machado y Ledezma.
Traer ese debate a colación en este momento es extemporáneo. Yo tampoco estuve de acuerdo con “La Salida”, y lo dije por todos los medios que pude en su momento. En el tiempo que ese debate estaba en el seno de la opinión pública correspondía, pero ahora, por decir lo menos, arremeter contra los promotores de La Salida es inoportuno, extemporáneo y provocador. Hacer de “La Salida” un desencuentro redivivo es algo que me cuesta entender.
Esta es la hora de reencontrarnos. No de sacarnos en cara errores. “Quien esté libre de pecado que lance la primera piedra”. Si “La Salida” fue un error también lo fue “el plebiscito”, a fin de cuentas, ambas estrategias son las dos caras de una misma moneda que nos llevaba al despeñadero. Denunciar fraude y no ser coherentes, abstenernos en las legislativas de 2005 entregándole todo el poder del mundo al gobierno. De esos errores yo soy corresponsable, por acción u omisión, pero lo soy. No podemos congelar el tiempo enrostrándonos culpas.
Capriles ha sido víctima de ataques desconsiderados, es verdad. Pero eso no justifica que ponga en peligro la unidad. Leopoldo está preso injustamente, es verdad. Pero eso tampoco justifica que ponga en peligro la unidad. Capriles, López, Machado y Ledezma deben entender que ellos no son los hegemones de la unidad. Ya está bueno de que insistan en imponernos líneas de acción.
Junto a Capriles, Henry Ramos Allup también se unió al coro de ese desafortunado debate. Henry es un político coherente. Es de los políticos mejor equipados del país; por ello, en él, el error es doble. Yo siento un particular afecto por él, pero hay momentos en los cuales a los amigos hay que expresarles las diferencias en público. Recuerdo que Henry es el único político de la MUD que tuvo la generosidad de reconocerme el logro de la tarjeta única. A esa generosidad apelo en este momento, para salvar la unidad.
Creo que es hora de parafrasear a James Carville, aquel célebre asesor de Bill Clinton, y recordarnos todos y cada uno de nosotros, que en estas circunstancias la prioridad es: “¡La unidad, estúpido!”.
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