Del Cuartel pa’l Gobierno
Pedro Luis Echeverria
El “proceso “que asola a este país, ha envilecido,
corrompido, empobrecido, dividido y destruido a personas, empresas, a valores
fundamentales de la sociedad venezolana y a
la institucionalidad del Estado.
Una muestra de tal aserto, la constituye la participación
activa y hegemónica del estamento
militar en el proyecto totalitario del
régimen que nos desgobierna. Su presencia
se ha acrecentado y ha involucrado, de forma peligrosamente determinante,
a la institución armada en la responsabilidad de conducir los destinos de la
Nación. Los efectivos militares, ejerciendo funciones de Ministros,
Viceministros, Presidentes de Institutos Autónomos y Empresas del Estado, Embajadores y pare usted
de contar, cogobiernan plenamente, con el partido político gubernamental y con la cúpula que actúa como conductora del
proyecto político del régimen, la responsabilidad del turbulento y caótico
balance que presenta Venezuela como consecuencia de los tres lustros que llevan
en el poder.
Con la complicidad de
la institucionalidad del país, el otrora rol de la Fuerza Armada ha cambiado. Se ha convertido en un partido político
armado, una beligerante fuerza de ocupación que desnaturaliza la visión que,
según lo establecido por la Constitución, está obligado a cumplir ese
conglomerado de individuos que portan el uniforme y las armas de la República
para la “defensa y salvaguardia” de la soberanía. Desafortunadamente para la
Nación, los integrantes de las FANB que han participado y participan
activamente en el desaguisado gubernamental, han contribuido a sentar las bases
para que el concepto de respeto y consideración que la ciudadanía anteriormente
le prodigara a esa Institución se vaya diluyendo irremisiblemente. Nuevas
apreciaciones relacionadas con el oscurantismo, negligencia, incompetencia,
mediocridad y corrupción constituyen, hoy por hoy, los parámetros con que
mayoritariamente se juzga y evalúa la actuación de la organización castrense.
Tales categorías de evaluación se fundamentan en elementos
de facto reales. La historia de los quince años de desgobierno, nos relata una
serie de hechos y situaciones reñidos
con la ética y el decoro en los cuales han estado involucrados efectivos
pertenecientes a los distintos componentes de la fuerza armada. Escándalos de
depredación y concupiscencia han estado a la orden del día y han llamado la
atención de los medios de comunicación nacional e internacional. Efectivos
militares han comparecido y ofrecido sus testimonios, tal vez en busca de
reducción de penas y sanciones, ante Organizaciones internacionales creadas para luchar contra la
delincuencia organizada y el terrorismo. Como resultado, éstas han colocado en
sus listas de malhechores a destacados jefes y a miembros subalternos de la FAN,
íntimamente relacionados con estructuras criminales que operan a nivel
internacional. Pero lo más grave e
insólito del asunto y que causa profundo estupor es que muchos de ellos
actualmente ejercen relevantes funciones de gobierno en el régimen de Maduro,
sin que se les haya abierto, hasta ahora, ningún tipo de investigación por
parte de las instituciones del país responsables de velar por la transparencia
de los funcionarios al servicio del gobierno. Igualmente, la voz del pueblo
cuenta de escandalosos negociados en donde estarían involucrados militares
activos. Asimismo, organizaciones
defensoras de los derechos humanos han denunciado excesos y abusos de poder por
parte de integrantes de la fuerza
armada; se les acusa de actuar en ilegales acciones de ajusticiamientos,
torturas, desapariciones y de la aplicación de violencia desmesurada.
En los tiempos
actuales, la institución que, tal vez, ha sufrido las peores consecuencias del
deterioro moral, el descrédito y el
escarnio ha sido la fuerza armada. Se ha puesto en duda la calidad, honestidad
y seriedad institucional de sus
actividades. Se la juzga por la
influencia que tiene dentro del orden organizativo del Estado y por la
significancia que, en su momento, tuvo
en la memoria del ciudadano de a pie. Esa no es la FANB que queremos y
que el país necesita.
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