lunes, 21 de julio de 2014

Del Cuartel pa’l Gobierno

      Pedro Luis Echeverria

El “proceso “que asola a este país, ha envilecido, corrompido, empobrecido, dividido y destruido a personas, empresas, a valores fundamentales de la sociedad venezolana y a  la institucionalidad del Estado.
Una muestra de tal aserto, la constituye la participación activa  y hegemónica del estamento militar en el proyecto  totalitario del régimen que nos desgobierna. Su presencia  se ha acrecentado y ha involucrado, de forma peligrosamente determinante, a la institución armada en la responsabilidad de conducir los destinos de la Nación. Los efectivos militares, ejerciendo funciones de Ministros, Viceministros, Presidentes de Institutos Autónomos y  Empresas del Estado, Embajadores y pare usted de contar, cogobiernan plenamente, con el partido político gubernamental y  con la cúpula que actúa como conductora del proyecto político del régimen, la responsabilidad del turbulento y caótico balance que presenta Venezuela como consecuencia de los tres lustros que llevan en el poder.
 Con la complicidad de la institucionalidad del país, el otrora rol de la  Fuerza Armada ha cambiado.  Se ha convertido en un partido político armado, una beligerante fuerza de ocupación que desnaturaliza la visión que, según lo establecido por la Constitución, está obligado a cumplir ese conglomerado de individuos que portan el uniforme y las armas de la República para la “defensa y salvaguardia” de la soberanía. Desafortunadamente para la Nación, los integrantes de las FANB que han participado y participan activamente en el desaguisado gubernamental, han contribuido a sentar las bases para que el concepto de respeto y consideración que la ciudadanía anteriormente le prodigara a esa Institución se vaya diluyendo irremisiblemente. Nuevas apreciaciones relacionadas con el oscurantismo, negligencia, incompetencia, mediocridad y corrupción constituyen, hoy por hoy, los parámetros con que mayoritariamente se juzga y evalúa la actuación de la organización castrense.
Tales categorías de evaluación se fundamentan en elementos de facto reales. La historia de los quince años de desgobierno, nos relata una serie de  hechos y situaciones reñidos con la ética y el decoro en los cuales han estado involucrados efectivos pertenecientes a los distintos componentes de la fuerza armada. Escándalos de depredación y concupiscencia han estado a la orden del día y han llamado la atención de los medios de comunicación nacional e internacional. Efectivos militares han comparecido y ofrecido sus testimonios, tal vez en busca de reducción de penas y sanciones, ante Organizaciones  internacionales creadas para luchar contra la delincuencia organizada y el terrorismo. Como resultado, éstas han colocado en sus listas de malhechores a destacados jefes y a miembros subalternos de la FAN, íntimamente relacionados con estructuras criminales que operan a nivel internacional.  Pero lo más grave e insólito del asunto y que causa profundo estupor es que muchos de ellos actualmente ejercen relevantes funciones de gobierno en el régimen de Maduro, sin que se les haya abierto, hasta ahora, ningún tipo de investigación por parte de las instituciones del país responsables de velar por la transparencia de los funcionarios al servicio del gobierno. Igualmente, la voz del pueblo cuenta de escandalosos negociados en donde estarían involucrados militares activos. Asimismo,  organizaciones defensoras de los derechos humanos han denunciado excesos y abusos de poder por parte de   integrantes de la fuerza armada; se les acusa de actuar en ilegales acciones de ajusticiamientos, torturas, desapariciones y de la aplicación de violencia desmesurada.
 En los tiempos actuales, la institución que, tal vez, ha sufrido las peores consecuencias del deterioro moral, el  descrédito y el escarnio ha sido la fuerza armada. Se ha puesto en duda la calidad, honestidad y  seriedad institucional de sus actividades. Se la juzga  por la influencia que tiene dentro del orden organizativo del Estado y por la significancia que, en su momento, tuvo  en la memoria del ciudadano de a pie. Esa no es la FANB que queremos y que el país necesita.


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