lunes, 14 de julio de 2014

PALABRAS DE RAMÓN GUILLERMO AVELEDO EN LA ENTREGA DEL PREMIO OSWALDO PAYÁ A LA MESA DE LA UNIDAD DEMOCRÁTICA


¿POR QUÉ LUCHAMOS?

Muchas gracias. Recibimos este premio con emoción y gratitud.
Con emoción por lo que significa. Porque estamos en España, más que cercana, siempre entrañable. Y su transición a la democracia la seguimos con afecto y admiración. Porque proviene del Partido Popular, y significa mucho que un gran partido democrático de España, de Europa y del mundo como el PP, haga este reconocimiento a la Mesa de la Unidad Democrática, que es una alianza amplia y plural, de demócratas de diversas posiciones ideológicas, que se llevan ya cinco años luchando juntos, reunidos en una política, una estrategia, un programa y una plataforma electoral.
Y, desde luego, porque este Premio a la Lucha por los derechos Humanos y la libertad, lleva el nombre de Oswaldo Payá Sardiñas, un verdadero héroe de nuestro tiempo. Su lucha pacífica y valiente, la lucha del pueblo hermano de Cuba, es nuestra lucha. Un recuerdo solidario para él.
Dedico este premio a todos los venezolanos, a todos. A ellos servimos. A ellos, nos debemos.
Al recibirlo, lo hago en nombre de todos los partidos que integran la Mesa de la Unidad, de sus dirigentes, de sus activistas en toda Venezuela, y de los independientes que nos acompañan; de nuestros diputados nacionales y regionales, de nuestros gobernadores, de nuestros alcaldes y concejales. En nombre de todos, muchas gracias.
Al recibirlo, siento la presencia de nuestros presos, el dolor de los muertos por la violencia, la angustia de los perseguidos y de sus familias, la forzada lejanía de los desterrados, la tristeza de la diáspora de los que se van a tierra ajena a buscar la esperanza que en la suya ven alejarse.

Esta roja oscuridad que atravesamos, terminará.
Nuestra lucha no significaría nada si fuera para pasar de rojo a negro. Nuestra lucha es porque la oscuridad termine de manera pacífica, democrática, constitucional y electoral.
¿Por qué luchamos? No hay que olvidarlo.
Luchamos, como diría el Quijote, por “el don más grande que a los hombres dieran los cielos” que es la libertad. Luchamos, correspondo a la mención de Gallegos de la Presidenta Cospedal, luchamos diría el poeta, por “defender la alegría”.
Luchamos por una Venezuela en la que todos podamos vivir y progresar en paz. Sin divisiones, sin exclusiones, sin discriminaciones.

La Mesa de la Unidad Democrática es hija del diálogo entre demócratas con distintas historias y de variadas visiones. Cree la Unidad en el diálogo porque está en su ADN, en su código genético. Por eso lo propone y lo promueve. Y se atreve a dialogar sin miedo, y sin complejos. Con respeto a sí misma, y con respeto al otro.
Al llegar esta vez a Madrid, me encontré con la grata novedad de que ha rebautizado al Aeropuerto de Barajas con el nombre de Adolfo Suárez. Les felicito. La gratitud, sentimiento muy humano, crece cuando es virtud cívica. Precisamente Suárez, al recibir el Premio Príncipe de Asturias a la Concordia, en 1996, dijo: “Creo que nadie, en política democrática, posee la verdad absoluta. La verdad siempre implica una búsqueda esforzada que tenemos que llevar a cabo en común, desde el acuerdo de vivir y trabajar juntos.”
Creemos lo mismo.
Veo muchos jóvenes en la sala. Una palabra para ellos, y acaso algún consejo de este viejo profesor en el que me voy convirtiendo.
Cuidar la democracia. No abusar de la resistencia de sus materiales.
Cuidarla del apetito insaciable de los aprovechadores, de la calculada saña de los vengadores y de la dulzura envenenada de los salvadores.
Cuidarla de la discordia. No del pluralismo ni del debate, que le son naturales. De la discordia. Y vuelvo a Suárez: “…así como la concordia es capaz de hacer crecer las cosas más pequeñas, la discordia es capaz de destruir las cosas más grandes.”
Y ustedes, siempre alertas.
Alertas ante el conformismo, que regala comodidad que más tarde cobra en agustia.
Alertas ante la demagogia, que vende en rebaja “verdades” que son mentiras y, por eso, al final salen carísimas. Que ya se sabe por popular y antigua sabiduría, “lo barato sale caro”.

Gracias de nuevo por este premio, que nos recuerda que no estamos solos. Que nuestra lucha es la de muchos. 

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