Responsabilidad rusa
Editorial de El País
Lo ocurrido en cielos europeos el pasado jueves con un avión de pasajeros representa mucho más que la trágica muerte de sus 298 ocupantes. Es la transgresión flagrante de un statu quoque ha garantizado la seguridad del continente desde el fin de la II Guerra Mundial. Es, además, en palabras pronunciadas ayer por el presidente estadounidense, Barack Obama, un aviso a Europa y al mundo de las consecuencias de la escalada del conflicto entre Ucrania y Rusia.
Mientras ucranios y rusos se han enzarzado en una enconada discusión sobre quién disparó el misil que alcanzó a 10.000 metros de altura al vuelo MH-17 que cubría la ruta Amsterdam-Kuala Lumpur, EE UU atribuyó ayer la responsabilidad última al Gobierno ruso, al que acusó de violar repetidamente la seguridad de Ucrania y de entrenar y armar con material avanzado —como el que derribó el avión— a las milicias separatistas prorrusas que operan en el Este de Ucrania. Lo que comenzó el pasado octubre como una crisis política por un tratado de asociación de Ucrania con la Unión Europea se ha saldado hasta el momento con decenas de muertos, la intervención de la península de Crimea a manos de Moscú y un estado de guerra civil abierta en el Este de Ucrania.
Las sanciones económicas aprobadas por Europa —que ha empleado en esta conflicto una consistencia apreciable— y EE UU no han parecido arredrar al presidente ruso Vladímir Putin, hasta ahora relativamente airoso en su política de hechos consumados y que —hasta el derribo de avión civil— ha permanecido impasible a las protestas ucranias por los numerosos aparatos abatidos gracias al material facilitado por Moscú a los separatistas: horas antes de que se precipitara al suelo el avión malasio, Kiev acusó a las fuerzas afines a Moscú de derribar un caza SU-25 de su fuerza aérea, hecho negado con vehemencia desde Moscú. Una semana antes, un avión militar de carga Antonov de Ucrania también fue derribado, y anteriormente, varios helicópteros de transporte de tropas. Los secesionistas prorrusos siempre han reivindicado estas acciones, pero el Gobierno ucranio ha señalado sistemáticamente al de Moscú como el suministrador de las sofisticadas armas, cuando no el operador directo de estas.
Moscú tiene que dar explicaciones. Ningún grupo rebelde —lo subrayó anoche Obama— es capaz de abatir aeronaves militares si no cuenta con un importante apoyo en material y entrenamiento. Debe darlas en una situación de alto el fuego inmediato aceptado por todas las partes, y ordenando el cese del trasiego de hombres y armas entre Rusia y la zona de Ucrania controlada por los separatistas. Europa vive un enfrentamiento armado que va subiendo en intensidad y cuyas consecuencias ya afectan a ciudadanos de todo el mundo; algunos de ellos viajaban a bordo de la aeronave derribada.
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