EDUARDO FERNANDEZ
El viernes escribí en este mismo espacio sobre el viaje del papa Francisco a Cuba y a los Estados Unidos. Recibí algunos comentarios. Entre ellos uno de un amigo a quien estimo que me dice: “Veo que nuestras visiones son antinómicas. Y temo que las mías -o sea las de mi amigo- cuenten con mayor aprobación entre los demócratas venezolanos”. Yo le contesté que compartía su “temor”. En efecto, creo que una vez más estoy en minoría. En mi artículo yo hablaba de diálogo, de reconciliación, de tolerancia. Me temo que esos conceptos siguen en minoría. Tienen casi 20 años en minoría. Solo me consuela sentir que en esta oportunidad estoy muy bien acompañado en mi situación de minoría. Siento que mis planteamientos coinciden con lo que nos recomienda a los venezolanos nada menos que Su Santidad el papa Francisco.
A mi amigo le dije que desde que yo supe que un bandido llamado Barrabás le ganó las elecciones en Jerusalén a Jesús de Nazaret siento una cierta desconfianza por la opinión de las mayorías. Además, le dije, hace tiempo me resigné a la circunstancia de estar siempre, o casi siempre, en minoría. Mi estado habitual es estar en minoría. Y cada día que pasa me siento más cómodo en esa posición. No comparto la idea de que “el pueblo nunca se equivoca”. A veces se equivoca y con terribles consecuencias. Bastaría con recordar a Hitler y a Mussolini. Además de a Barrabás.
Confieso que a veces me ha extrañado estar en minoría. Por ejemplo, cuando el 4 de febrero de 1992 asumí la defensa del orden constitucional y condené enfáticamente la asonada golpista, creí, equivocadamente, que estaría junto con la mayoría. Al día siguiente descubrí que había una mayoría que simpatizaba con el golpe, incluyendo medios de comunicación muy importantes. También estuve en minoría cuando en 1998 me opuse a la convocatoria a una constituyente que estaba diseñada para darle el poder absoluto a un caudillo militar golpista y cuando voté en contra de la aprobación del nuevo texto constitucional.
Desde muy joven vengo estando en minoría. Cuando la mayoría de mis compañeros de generación simpatizaban con la Revolución Cubana y con el marxismo-leninismo, yo milité orgullosamente en la minoría que advertía contra los peligros de aquella aventura y sostenía las banderas del Humanismo Cristiano.
Siento que casi siempre he estado en minoría y me siento cómodo. Ahora estoy con la minoría que cree que Venezuela y el mundo necesitan diálogo, reconciliación, justicia y paz.
Seguiremos conversando.
Eduardo Fernández
@efernandezve
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