Debacle en Venezuela con inflación del 200% y caída del PIB del 10%
MIGUEL JIMENEZ
EL PAÍS
El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha puesto cifras al desastre económico de Venezuela. El Gobierno de Nicolás Maduro oculta a sus ciudadanos las estadísticas y ha dejado de publicar datos básicos. Pero el panorama que dibuja el informe publicado hoy por el FMI es el de una economía en descomposición, con la inflación desbocada y la actividad hundiéndose a un ritmo comparable al de países en guerra, una crisis que elevará el desempleo a niveles nunca vistos en el país en décadas.
La caída del PIB prevista para este año es del 10%, a la que se uniría otro descenso del 6% en 2016, según los cálculos del FMI. Es la peor evolución de toda Latinoamérica y una de las peores del mundo, solo por delante de Yemen, en pleno conflicto bélico; Sierra Leona, golpeada por el ébola, y Guinea Ecuatorial. La caída es mayor incluso a la de Ucrania, también golpeada por la guerra.
La caída de los precios del petróleo ha golpeado duramente la economía, pero lo ha hecho mucho más que a cualquier otro país petrolero por la desastrosa gestión económica del Gobierno de Maduro. Tomando en cuenta que el PIB ya cayó el 4% en 2014, la economía venezolana va camino de perder una quinta parte en tres años. Eso supone retroceder en 2016 al nivel de actividad de 2006, una década pérdida.
La caída de actividad pasará una elevada factura al mercado laboral. El FMI calcula que la tasa de paro pasará del 8% de 2014 al 14% en 2015 y el 18,1% en 2016, más del doble que la del siguiente país latinoamericano, Colombia, con un 8,9%. Ese nivel el es el más alto desde 2003, pero el FMI cree que el paro seguirá subiendo en los siguientes años hasta alcanzar niveles no vistos en décadas.
Inflación descontrolada
Donde Venezuela no tiene comparación es en la subida desbocada de los precios. El Banco Central de Venezuela ha dejado de publicar los datos de inflación este año. El Gobierno de Maduro creyó que podía bajar la inflación estableciendo controles de precios, pero lo único que ha logrado es provocar un desabastecimiento generalizado de productos básicos, colas enormes en los supermercados que los venden y un mercado negro que hace más rentable en muchas ocasiones la reventa o contrabando de productos intervenidos que los sueldos de trabajos cualificados de la economía formal.
El FMI prevé que la inflación se sitúe en el 158,1% este año y que suba al 204,1% en 2016. Con ello, los precios se habrán multiplicado casi por ocho en un plazo de solo dos años. El bolívar venezolano ha perdido casi todo su valor desde que llegó al poder Nicolás Maduro. Frente al tipo de cambio oficial de 6,3 bolívares por cada dólar, en el mercado negro el billete verde se intercambia por cerca de 800 bolívares (cerca de 900 euros). Es decir, menos de una centésima parte de su valor declarado. Los pocos que logran que el Gobierno les venda dólares al tipo de cambio oficial, normalmente cercanos al régimen, se hacen ricos al momento simplemente por la diferencia de tipos de cambio.
Un bolívar hundido
Con ese tipo de cambio paralelo, el billete de mayor denominación, el de 100 bolívares, tiene un valor de solo 12 céntimos de euro. Y hay billetes desde los 2 bolívares, es decir, el equivalente a 0,2 céntimos. No da para casi nada, salvo en la gasolinera. Con esos 2 bolívares se pueden repostar más de 20 litros de gasolina, pues el precio del combustible ha permanecido congelado durante años en medio de la hiperinflación, con lo que en la práctica se ha convertido en gratuito.
En algunos comercios se rechazan los billetes de baja denominación y los de más valor, los de 100 bolívares, con frecuencia escasean y no es posible conseguirlos ni siquiera en los bancos. El pago con tarjeta se hace imprescindible para no cargar con enormes fajos. El problema es que los sueldos no han subido ni de lejos lo mismo que los precios (o de lo que se ha depreciado el bolívar), de modo que un profesional cualificado puede tener un salario que, al tipo de cambio paralelo, equivalga a 20 o 30 dólares mensuales.
Venezuela se ha convertido a la vez en el país más caro y más barato del mundo. Es el más barato según el índice Big Mac que elabora The Economist si se calculan los precios no ya con el bolívar paralelo, sino incluso con otro tipo de cambio oficial que fija el valor del dólar en unos 200 bolívares, el llamado Simadi, que se dijo que sería un tipo de mercado, pero que se ha quedado también desfasado. Pero es el país más caro si lo que se usa es el tipo de cambio de 6,3 bolívares por dólar. Y todavía hay otros dos tipos de cambio más que poder usar. Un estudio reciente del banco de inversión UBS sobre precios y salarios en diversos países incluía a Caracas entre las 72 ciudades a estudio, pero finalmente la eliminó ante las dificultades para hacer un cálculo coherente.
El problema es que en la práctica Venezuela se ha convertido en el país más caro para la inmensa mayoría de los locales, cuyos sueldos están en bolívares y apenas han mantenido su poder adquisitivo al no haber datos de inflación y el más barato para quienes ahorraron dólares, los logran por vías ilegales o llegan al país con ellos.
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