viernes, 26 de agosto de 2016

Cómo un tribunal ha tiranizado a Venezuela

Javier Fernández-Lasquetty

Libertad Digital

SalaConstitucionalMagistrados

El próximo 1 de septiembre están convocadas manifestaciones que se esperan multitudinarias para exigir que los venezolanos puedan ejercer el derecho que su propia Constitución les reconoce: el de revocar el mandato del tirano Nicolás Maduro.
Símbolos de la resistencia frente a la dictadura, como Lilian Tintori o María Corina Machado, están reclamando una participación masiva para lograr lo que hace más de 25 años consiguieron los alemanes del Este: derribar el muro que les oprimía. Miles de venezolanos salen a pie del país, a través de la frontera colombiana, lo mismo que los alemanes orientales lo hicieron a través de Hungría y Checoslovaquia.
Veamos algunos datos de los que figuran en el valiente informe del Secretario General de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro: la inflación ha llegado al 720%. El PIB disminuirá un 8% más en 2016. El 73% de los hogares vivieron en la pobreza en 2015. El tipo de cambio controlado ha ocasionado que la moneda haya perdido el 99% de su valor desde 2013. En 2015, el número de muertes violentas fue superior en Venezuela que el registrado en Afganistán.
En diciembre de 2015 una abrumadora mayoría de venezolanos eligió un parlamento resueltamente opuesto a la tiranía que depaupera a la gente. ¿Por qué todo, en lugar de ir a mejor, va a peor? ¿No son las elecciones la vía para echar a un mal gobierno sin necesidad de derramar sangre, como dijo Karl Popper?
La respuesta está explicada y sólidamente fundamentada en un libro recién publicado y que recomiendo a cualquier persona interesada: Dictadura judicial y perversión del Estado de Derecho. La Sala Constitucional y la destrucción de la democracia en Venezuela, de Allan Brewer-Carías (Fundación Editorial Jurídica Venezolana, julio 2016). Aquí se explica cómo el poder chavista, revestido con la toga judicial, ha concluido por tiranizar al pueblo cuyas libertades hubiera debido defender.
Allan Brewer-Carías es un eminente jurista venezolano, exiliado y ahora profesor en la Universidad de Columbia (Nueva York). Ha recibido innumerables distinciones, incluyendo doctorados honoris causa por la Universidad Carlos III y la de Granada. El jurista español Eduardo García de Enterría dijo de él que era “la primera figura del Derecho Público hispanoamericano”.
El libro de Brewer-Carías muestra, paso por paso, cómo la supremacía del gobierno chavista en la Sala Constitucional del Tribunal Supremo venezolano ha convertido a ese tribunal en el “agente más artero al servicio del autoritarismo“. El jurista venezolano recuerda cómo la Constitución chavista de 1999, con sus cinco poderes en lugar de tres, dejó abiertas las puertas para que bajo la apariencia de formas democráticas y de Estado de Derecho se instalara progresivamente una dictadura totalitaria. La “perversión diabólica” consiste en que la aplicación de esa Constitución antiliberal habilitara a un tribunal a incumplir la propia Constitución sin incurrir en inconstitucionalidad, mediante el tramposo truco de que sea el propio tribunal incumplidor el que determine la constitucionalidad de sus actos.
La libertad se pierde cuando los jueces son agentes políticos tan partidistas como si fueran diputados. Y eso es algo que la izquierda siempre ha sabido. Lo hizo en cierto grado Felipe González cuando asaltó el Poder Judicial español en 1985 (“Montesquieu ha muerto”, dijo su vicepresidente Alfonso Guerra). Zapatero lo llevó aún más lejos. No sorprende que Podemos, cuyos dirigentes ayudaron a hacer los planos del diseño liberticida de Hugo Chávez, ya haya puesto varias veces sobre la mesa su deseo de nombrar jueces en función de su afinidad política.
El jurista liberal venezolano Jesús María Alvarado lo define con claridad en uno de los textos introductorios al libro de Brewer-Carías: “La ruptura con el Derecho constitucional liberal y democrático ha sido el rasgo característico del proceso político venezolano”. Y allí está Rodríguez Zapatero, siempre listo para fortalecer las dictaduras y perseguir las libertades individuales. Lilian Tintori ha descrito cómo las condiciones de tortura del preso político Leopoldo López se han endurecido desde que Zapatero apareció por la prisión disfrazado de mediador.
Todo empezó privando a los venezolanos de su derecho a tener jueces independientes. Y continuó dando a esos políticos vestidos de jueces la potestad de decir lo que es y lo que no es constitucional. Tocqueville ya lo veía venir hace más de 200 años, en La democracia en América: un tribunal con ese poder tendría a su alcance tomar el lugar de la propia nación y podría dominar la sociedad. Libros como el excelente de Allan Brewer-Carías ayudan a entenderlo mejor, y ojalá también a que la libertad regrese a Venezuela.

Javier Fernández-Lasquetty es abogado y político español del Partido Popular

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