Pedro Luis Echeverria
" Es en
nuestros momentos más oscuros cuando
nos tenemos que centrar en ver la luz
"
Aristóteles
He sido y soy opositor
a este nefasto régimen que ha dividido y engañado al país con el subterfugio de
hacer creer que el modelo social que ofrecía
era el camino para la redención e inclusión de los más necesitados. Los
pésimos y desastrosos resultados obtenidos en todos los órdenes de la vida
nacional, después de más de tres lustros de gobierno, nos indican que la utopía
chavista fue una perversa quimera.
La Venezuela de hoy,
después de 24 años del golpe de 1992 y 17 del mandato de los golpistas, no ha
progresado. Al contrario, los males sociales bajo la égida de estos advenedizos
se han acrecentado a pesar de los ingentes recursos políticos y financieros de
los que han dispuesto durante el tiempo que han gobernado. El odio, la división
y la exclusión constituyen el legado social que nos han entregado. Asimismo, una
economía decadente y en decrecimiento, las arcas del tesoro vacías de dinero,
carencia de realizaciones destacables,
la destrucción del aparato industrial público y privado, un enorme déficit
fiscal, una cuantiosa y difícilmente pagable deuda externa, escasez,
desabastecimiento, inflación, desempleo, inseguridad son, entre otros, los
índices que representan y miden el
descomunal fracaso de la gestión de los golpistas de otrora. Se ha acentuado la
inseguridad jurídica, se ha hipertrofiado el tamaño del Estado, la economía
venezolana ha perdido la capacidad
generadora de empleos; el régimen ha convertido a los ciudadanos en cazadores
de canonjías en lugar de formarlos para contribuir a la ampliación de la
producción y mejorar la prestación de los servicios. Presos políticos,
exiliados, perseguidos, familias destrozadas, la ilegitimidad de desempeño, la
usurpación de funciones y la sistemática violación de la Carta Magna son otros
de los pasivos que acumula en su balance el período del gobierno maduro-chavista.
La incertidumbre
respecto al futuro atenaza y angustia a todos los venezolanos y por ello responsablemente
queremos poner fin al autoritarismo, a las arbitrariedades, a la corrupción
monstruosa y al desatino de quienes conducen, por ahora, al país. Las visiones
de irracionalidad, improvisación, ineficiencia y corrupción que se han abatido sobre Venezuela, han ejercido un
efecto devastador en los valores fundamentales de la democracia, el respeto
mutuo, la tolerancia y la libertad de actuar que representan el ideario de
nuestro pueblo y que regían la convivencia social en nuestro país.
Queremos que se vayan y ellos se empecinan en
quedarse, por tales razones, en los días sucesivos la confrontación del régimen
con la oposición, inducida desde la cúpula gobernante, será nuestro presente
cotidiano; nos confrontaremos por la defensa de nuestros valores y nuestro
derecho al porvenir; por el derecho a la vida: la del hombre pleno, su libertad
de conciencia, de pensamiento, de religión, de trabajo, de asociación, de
movilización, de libérrima búsqueda de su propio destino. Esa libertad
plena que queremos rescatar tiene un gran enemigo; se llama,
totalitarismo - el Estado es todo sobre la tierra-. Precisamente nos hemos confrontado y nos
confrontaremos con esa visión absolutista y negadora de la maravillosa aventura que es la vida y
las ansias naturales del hombre por su progreso individual. Y lo haremos porque
en esa visión totalitaria de la sociedad
se conjugan el odio, la aberrante exclusión y la pérdida del derecho a la libertad.
De modelos similares a los que el
régimen trata de imponer a cualquier costo, nacieron modelos de sociedad que
llevaron a la miseria, la cárcel, la muerte, al exilio y a la intransigente
división ideológica a millones de personas en
todo el mundo como la historia reseña que hicieron el nazismo, el
fascismo y el comunismo.
La libertad es la condición insustituible que
le da sentido a la sociedad humana; por eso debe ser
plena y hay que defenderla. A los pueblos no se los puede conducir con
el látigo, la prebenda y la mentira
porque esa es la negación del ser humano. Solamente la libertad creativa ha
hecho grande el mundo en el que todavía vivimos.
Estamos obligados a rescatar el principio
fundamental que ha sido rector de la riqueza de los pueblos y que ha facilitado
que centenares y centenares de millones de hombres hayan salido de la pobreza y
tengan una vida digna; nos referimos a la libertad de hacer y de construir de
los individuos la que no debe envilecerse
mediante la entrega del regalo que no ha
trabajado y que posteriormente le cobran, obligándole a hacer lo que en su
fuero interior no quiere, cercenándole y negándole perversamente su derecho al
libre albedrio.
Se nos acaba el tiempo
político y material para reflexionar y asumir nuestras responsabilidades ante
las circunstancias actuales. Debemos focalizar nuestra atención y capacidad de
lucha en exigir, mediante diversas y contundentes acciones, que nos sea
respetado nuestro derecho constitucional a revocar el mandato de quién no
merece estar en la primera magistratura del país.
Hagamos lo que tenemos
que hacer y que sean la historia y nuestra conciencia las que nos pidan cuentas si fuimos o si resultamos
inferiores a ese destino.
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