LUIS VICENTE LEÓN
EL UNIVERSAL
Esta semana las redes colapsaron con el video que mostraba a Maduro y su
esposa cenando en un restaurante conocido de Estambul, en el que su
particular Chef les atendía con una comida de alto nivel, en show
particular.
Como era de esperar, siendo el
gobernante de un país que atraviesa su peor crisis económica en la
historia, los ataques se viralizaron y algunos han llegado a pensar que
este podría ser un evento marcador para el futuro político venezolano y
demoledor para la imagen del gobierno.
Aunque
la característica principal de un “cisne negro” (evento especial que
puede cambiar el rumbo de una historia) es ser impredecible, mi opinión
es que esta es una interpretación equivocada. Si bien es cierto que la
escena es chocante y que esto podría ser utilizado por sus adversarios
para resaltar la idea de desinterés, desapego y no acompañamiento de su
gente en momentos dramáticos, el problema es que ese no es un tema que
se convierte en un asunto político masivo de manera espontánea. Para que
eso sea una amenaza creíble, tendría que ser colocada en la opinión
pública por una oposición estructurada, con una estrategia planificada y
masiva, que lograra una penetración relevante en la base de la pirámide
poblacional, usando voceros de alta credibilidad. Y de eso no hay
nada.
El debate de redes y la discusión
concentrada en clase media y elites resulta irrelevante, sin que eso sea
una discusión cotidiana en las masas populares. Es probable que si
salimos a medir en encuesta nacional, la mayoría de la gente
entrevistada ni siquiera sepa de que estamos hablando. Obvio que quienes
han puesto el video y convocado protestas frente al restaurante del
Chef en Miami, hacen una lectura diferente a la mía y creen que ese fue
el tema nacional de discusión de esta semana y sin duda lo fue para ese
segmento político y social, pero restringido. El problema es que verlo
en tus propias redes con intensidad, no refleja el debate real que
ocurre (o más bien no ocurre) en la sociedad en su conjunto y menos
cuando la comunicación, a través de medios masivos, está restringida.
El
tema del senador Rubio, quien se tomó este evento con especial interés,
es relevante en EEUU, pero no masivo en Venezuela. Todo parece indicar
que termina convirtiéndose en un tema americano, pero no efectivo para
generar opinión interna aquí. Esto nos lleva a dos problemas centrales:
1) la capacidad de comunicación de la oposición está muy restringida y
2) no hay liderazgos que la gente voltee a ver, crea y siga. Ni
moderados, ni radicales ni adentro del país ni afuera ni nadie. Esto no
tiene que ver con la calidad de los líderes únicamente, sino con las
circunstancias que preceden el momento que vivimos y la incapacidad de
mostrar éxitos en prácticamente ningún aspecto de la vida política
nacional.
En todo caso, las encuestas no están
mostrando a Maduro cayendo en términos de popularidad. Eso no es
verdad. Si bien sigue siendo claramente minoritario y la mayoría de los
venezolanos quieren cambio económico y político, la evaluación reciente
de su respaldo popular no cae, debido a un incremento sustancial de la
penetración de las políticas sociales del gobierno y la inscripción
(obligada pero creciente) del carnet de la patria y el aumento
sustancial de los salarios, que se pulverizará en términos de valor…
pero después.
No quisiera discutir si eso es
malo, ilógico o perverso, porque me parece que en estos puntos estamos
de acuerdo. Simplemente indico que mientras algunos se retroalimentan y
emocionan con los comentarios intensos (a veces reales y compartidos) de
sus panas en Twitter e Instagram, el gobierno compra tiempo con sus
acciones populistas… que usualmente son populares.
luisvleon@gmail.com
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