La crisis económica acorrala a Mauricio Macri
M.C. / F.R.C.EL PAIS
El derrumbe de la economía argentina sacude el tablero político a
poco más de un año para las elecciones generales. Para reabrir el grifo
del crédito, el Fondo Monetario Internacional y los inversores privados
exigen a Mauricio Macri
un plan económico que elimine el déficit fiscal. Pero lograr ese
objetivo requiere duros recortes en el gasto público y un acuerdo con la
oposición peronista, un escenario poco propicio para las aspiraciones
de reelección del Presidente en 2019. El equipo económico, muy
cuestionado, anunciará el lunes una batería de medidas destinada a
reestablecer la confianza de los mercados, mientras los argentinos
buscan cómo resguardarse de una crisis que se agrava cada vez más.
El
peso se ha devaluado más de un 50% frente al dólar en lo que va de año y
el Banco Central atacó el problema desde la ortodoxia: subió los tipos
de interés e intervino en el mercado cambiario para sostener la moneda. Desde el jueves, la tasa de referencia argentina es del 60%,
un récord mundial que triplica a la de Venezuela y es nueve veces más
alta que la de Brasil, su principal socio comercial. La sangría de
reservas internacionales para frenar la devaluación es también
significativa: sólo el viernes subastó 250 millones para contener la depreciación del peso y logró recuperar un 5% de su valor tras el desplome del 14% del día anterior.
El diagnóstico de los expertos es casi unánime: Argentina enfrenta un
problema de falta de confianza, más que de solidez económica. "Las
provincias tienen superávit fiscal, los bancos están capitalizados y
sanos, el Gobierno trabaja para llegar al déficit cero cuanto antes y el
problema de liquidez está resuelto por el acuerdo con el FMI", que aportó un rescate de 50.000 millones de dólares,
dice el presidente de HSBC Argentina, Gabriel Martino. "El FMI
garantiza liquidez para el déficit fiscal y los niveles de deuda en
relación al PIB están en niveles adecuados. No estamos ante una crisis
de solvencia o de liquidez", confirma desde Nueva York Siobhan Morden,
directora general del holding financiero Nomura.
Desde Wall Street plantean que el Gobierno no tiene otra alternativa
que acelerar el ajuste y reducir el déficit. El compromiso del 1,3% para
2019 debe rebajarse aún más y acercarse al punto de equilibrio. "La
estrategia del gradualismo fiscal se agotó. Se necesita un shock
fiscal", asegura Alberto Ramos, director para América Latina de Goldman
Sachs. Para Ramos, Macri no provocó los problemas económicos actuales,
sino que los heredó del kirchnerismo, pero el cambio de la situación
económica mundial, con la fuga de dólares desde los mercados emergentes,
impide que los resuelva de forma paulatina, tal y como se había
propuesto. "La aceleración del ajuste fiscal es muy difícil desde el
punto de vista político y económico, pero es la menos costosa. No hacer
nada es peor porque el mercado está muy nervioso", advierte Ramos. Entre
las medidas esperadas para ser anunciadas hoy hay un torniquete al
gasto público y subidas de impuestos.
Desplome de popularidad
Ajuste y déficit cero son dos conceptos que generan escalofríos a los
argentinos. Remiten a grandes crisis económicas, como la que en 2001
hizo saltar por los aires a todo el sistema. En aquella crisis, la
economía estaba encorsetada por un tipo de cambio fijo, la
convertibilidad ideada por el ministro Domingo Cavallo
en los años 90. Ahora, la dificultad para ajustar es política. Los
límites fueron evidentes el pasado diciembre, cuando hubo movilizaciones
multitudinarias y graves disturbios en rechazo a la rebaja de las
pensiones. El Gobierno acababa de recibir un enorme espaldarazo en las
urnas, Macri contaba con una imagen positiva del 60% y encontró aliados
en la oposición, pero no pudo evitar la presión de la calle. Nueve meses
después, la situación es más complicada: la popularidad del presidente
se ha desplomado hasta el 35% y la oposición tiene en mente las
elecciones de 2019.
En ningún país de América Latina es tan difícil como en Argentina
sacar adelante reformas impopulares. "Hay que buscar un mayor ajuste, es
el único sendero. El problema es que el éxito del programa económico
depende de la continuidad política, de la reelección de Macri. Y ahora
hay mayor riesgo del lado político por el ajuste", admite Morden. Lo
cierto es que la continuidad de Macri ya no está garantizada. "El
Presidente está hablando a los mercados, al FMI, no le está hablando a
la gente", advierte Mercedes D'Alessandro, catedrática de la Universidad
de General Sarmiento y fundadora de Economía Feminista. Las encuestas
reflejan que la mayoría de la población cree que ahora está peor que en
2015, aunque la división del peronismo sigue beneficiando las
aspiraciones políticas de Macri.
En este escenario, los peronistas parecen tener, una vez
más, la llave de la gobernabilidad. Macri los necesita para sacar
adelante el ajuste y mantener, al mismo tiempo, la paz social. El poder
está en manos de los gobernadores de las provincias, que tienen bajo su
control el Senado. Sus legisladores serán claves durante el debate del
presupuesto de 2019, que decidirá quién pagará el ajuste fiscal. El
problema es que muchos de esos líderes del interior tienen aspiraciones
presidenciales y juegan entre un apoyo que evite el desastre y la
distancia que los mantenga a salvo de las malas noticias. La política
argentina sólo es apta para equilibristas.
El dólar, refugio de tormenta
M.C. / F.R.M.
"El año pasado, cuando hubo elecciones de mitad de legislatura, se compraron 22.000 millones de dólares, 3,5 puntos del PIB. Este año, hasta julio ya se habían comprado 20.000 millones", dice Marcos Buscaglia, ex economista jefe para Latinoamérica del BofA Merrill Lynch. "La gente ha tenido tantas malas experiencias, que huye", explica.
En 2017, con el peso estable, los grandes inversores obtuvieron ganancias extraordinarias, pero cuando la moneda local empezó a devaluarse, muchos jugadores huyeron hacia otros mercados y otros se refugiaron en el dólar. Los pequeños ahorradores descartaron los plazos fijos y optaron también por la divisa estadounidense. En julio, 1,3 millones de argentinos atesoraron en dólares, cuando ya se acercaba a 30 pesos. En agosto, con ese techo ya roto, volvieron las colas a bancos y casas de cambio. El pasado jueves, con el dólar a 42 pesos en algunas casas de cambio, los transeúntes del centro de Buenos Aires sacaban fotos a las pizarras y enviaban la cotización a sus conocidos.
"Muchos salen a comprar dólares, pero hay gente que mira la cotización no para comprar sino porque sabe que le aumenta la leche, la carne, el pan. Por eso va a los supermercados, antes de que le suban los precios", señala Mercedes D'Alessandro, fundadora de Economía Feminista
No hay comentarios:
Publicar un comentario