miércoles, 7 de octubre de 2009

EDITORIAL DE TALCUAL

7 de octubre 2009

TEODORO PETKOFF

En las encuestas del IVAD existe un ítem, creado por Félix Seijas, denominado “Bloques Situacionales”, uno “Chavista” y otro “No Chavista”. Este indicador es el resultado de cruzar diferentes variables estadísticas de modo tal que se reproduce la situación electoral real, en la cual, la mayor parte de los electores, colocada frente a la máquina electoral, vota por alguna de las dos opciones.

tc7bbPrácticamente desaparece el enorme porcentaje que se declara “Independiente”, aunque sin embargo, siempre subsiste un porcentaje, mucho menor, que aparece como “No Identificado” Cuando se sigue la serie histórica de este indicador a lo largo de los años y los meses, se puede apreciar la evolución de la opinión pública respecto de la correlación entre el gobierno y sus adversarios.

Así, el promedio de opinión favorable para el Bloque Chavista, en 2007, fue de 54,3%, en tanto que para el Bloque No Chavista fue de 29,4.

En 2008, el Bloque Chavista concitaba, en promedio para todo el año, 52,0, y el No Chavista había ascendido a 42,4. La brecha se cerraba considerablemente.

Pero en 2009, la evolución del indicador es impresionante. En mayo, el Bloque Chavista reunía 45,0 de la opinión y el No Chavista 43,0.

En junio, la correlación es de 43,2 para el Bloque Chavista y de 43,1 para el No Chavista.

En agosto, el Bloque Chavista baja a 41,5 y el No Chavista lo aventaja con 43,6. Por primera vez, desde que IVAD presenta este indicador, el Bloque No Chavista aparece colocado por delante del Chavista.

Vale la pena consignar que de junio a agosto, el porcentaje “No Identificado” con ninguno de los bloques pasa de 11,6 a 14,8.

¿Cuál Bloque perdió estos puntos? Obviamente el Chavista, lo cual es consistente con el descontento frente al desempeño del gobierno, que es registrado por los demás indicadores de la encuesta. Disminuye el Bloque Chavista, crece el No Chavista, pero también un cierto porcentaje de los votantes del chavismo está en una suerte de transición: abandona a Chacumbele pero aún no se asume como parte del Bloque alternativo.

Este último dato plantea un particular desafío para las fuerzas políticas opositoras. Están obligadas a cuajar una opción capaz de atraer a esos decepcionados que todavía desconfían de los partidos opositores. Ninguna de estas cifras puede considerarse como irreversible. Chacumbele está acostumbrado a desplegar un ventajismo feroz en sus campañas. No tiene escrúpulo alguno en colocar todo el aparato del Estado a su servicio y en gastar dinero a manos llenas para sobornar voluntades, ni se para en tonterías para intimidar o chantajear. Las recientes elecciones petroleras son una muestra cabal de hasta dónde está dispuesto a llegar.

Para que estas tendencias sigan desarrollándose y se tornen irreversibles, la oposición tiene que ser muy robusta en términos de su unidad electoral –expresada en candidaturas únicas–, de su mensaje y de su desempeño ante el cuadro general hoy existente.

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