Andrés Oppenheimer
El Nuevo Herald
Tal vez la falta de atención del Secretario de Estado John Kerry hacia Latinoamérica no sea una tan mala noticia después de todo: está llevando a que el vicepresidente Joe Biden se involucre cada vez más con la región, y a que las relaciones entre Estados Unidos y America latina reciban más atención de la Casa Blanca.
La gira de seis días de Biden a Colombia, Trinidad y Tobago y Brasil es significativa. Poco antes, el 8 de mayo, Biden había pronunciado un discurso sobre las relaciones de Estados Unidos con Latinoamérica en el Departamento de Estado.
El Secretario de Estado Kerry, que ha estado ocupado tratando de lograr un acuerdo de paz en Medio Oriente, no ha viajado a Latinoamérica desde que asumió su cargo. (Su primer viaje, salvo imprevistos, sería para asistir a la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos el 4-6 de junio en Guatemala).
Algunos funcionarios bien ubicados de Washington me dicen que el viaje de Biden a Latinoamérica es más que un reemplazo temporario de Kerry, y que el vicepresidente se convertirá en los hechos en el principal contacto del Presidente Obama con America latina.
No es inusual que los gobiernos de Estados Unidos dividan las responsabilidades de la política exterior de tal manera que otros funcionarios se hagan cargo de la relación con Latinoamérica mientras el Secretario de Estado se ocupa de las crisis de otras partes del mundo.
En la época de George W Bush, el entonces Secretario de Comercio Carlos Gutiérrez manejó muchos asuntos hemisféricos. Y Clinton tuvo un ’’embajador especial’’ para Latinoamérica, el ex jefe de gabinete de la Casa Blanca, Mack McLarty. Sin embargo, ninguno de ellos tuvo la jerarquía vicepresidencial de Biden.
Aunque Biden no es un experto en Latinoamérica, conoce bien la región. Ha realizado tres viajes previos a la región como vicepresidente, incluyendo dos a México en 2012 y uno a Chile y Costa Rica en 2009, y ha visitado varios países latinoamericanos durante sus mas de tres décadas en el Senado.
“Cuando Biden estaba en el Senado, se ocupó mucho de Colombia, de Cuba y de temas comerciales con la región”, me señaló Carl Meacham, director del programa para las Américas del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales de Washington. “Mostró más interés por la región que Kerry, y mucho más que el promedio de los senadores”.
Meacham, al igual que muchos en Washington, cree que el mayor activismo de Biden en asuntos hemisféricos es una buena noticia, que refleja un mayor interés del gobierno de Obama por la región.
Además del viaje de Obama a México y Costa Rica a principios de mayo, y del viaje de Biden a la región de esta semana, está programado que los presidentes de Chile y Perú se reúnan con Obama en Washington el 4 y el 11 de junio respectivamente.
Y Biden acaba de anunciar que la presidenta de Brasil Dilma Rousseff hará en Octubre la primera vista de estado de un líder brasileño a Washington en casi dos décadas.
“Parece que la administración ha empezado recientemente a asumir un rol más activo en la región”, dice Meacham. “Todavía no han hecho algo transformacional, pero incluir al vicepresidente es algo positivo, que puede contribuir a convertir el tema en una prioridad”.
Eric Farnsworth, director de la oficina de Washington del Consejo de las Américas, un grupo no gubernamental con sede en Nueva York, dice que Biden posiblemente jugará un rol importante en temas latinoamericanos, no sólo porque está en la Casa Blanca y cerca del presidente, sino también porque es uno los principales probables candidatos a la presidencia para 2016.
“Eso es algo muy importante desde el punto de vista político”, me dijo Farnsworth. “Cuando Biden se reúne con líderes extranjeros, estos lo ven en un contexto diferente, porque es un presidente en potencia”.
Mi opinión: El hecho de que Biden se haya interesado activamente en mejorar las relaciones con Latinoamérica es una buena noticia, pero la gran incógnita es si eso se traducirá en algo más que turismo político.
El gobierno de Obama aún no ha presentado ningún plan importante para profundizar los vínculos económicos con Latinoamérica, tal como lo ha hecho con sus ambiciosas propuestas de acuerdos de libre comercio de la Asociación Trans-Pacífica y la Asociación Trans-Atlántica.
¿Impulsará Biden desde la Casa Blanca un plan para constituir una Asociación Trans-Americana? ¿Materializará un muy demorado tratado impositivo entre Estados Unidos y Brasil para eliminar la doble tributación? ¿Ayudará a generar un acuerdo energético panamericano?
Es muy pronto para saberlo. Pero el momento para que todo eso ocurra es ahora —antes de que el gobierno de Obama esté de salida — y Biden está idealmente posicionado para impulsar todos esos proyectos desde dentro de la Casa Blanca.
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