sábado, 4 de mayo de 2013

Venezuela está enferma


           Jaime Trobo
diputado uruguayo

Los graves episodios ocurridos en la Asamblea Nacional de Venezuela, ámbito
en el cual se han puesto de manifiesto las prácticas más reprobables de intolerancia
política, traducen el doloroso panorama de un país cuya sociedad está partida.
La tensión existente, resulta a nuestro juicio, de la persistente practica de un
discurso confrontacional, que caracterizó el derrotero político de Hugo Chávez, hacia
adentro y hacia afuera de su País. Chávez sustentó su personalidad política en
capitalizar las adhesiones y apoyos ciudadanos, que indudablemente tuvo, orientándolos
no a la construcción de consensos, sino a la destrucción de las opiniones alternativas.
Conmigo o contra mí. Con la revolución o contra la revolución. Etc., etc.
Venezuela fue víctima del maniqueísmo, lo fue también nuestra América;
Chávez autoimpuesto de la condición de vocero continental, aprovechado de la timidez
de Brasil, las deudas a su gratitud de Argentina, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y la
perversa incidencia de Cuba en sus estrategias internacionales, apareció como el paladín
de la “venganza” contra quienes no compartían sus posiciones. Adentro y afuera lideró
la confrontación y hoy muerto se recoge en su país el fruto de su lógica. Chávez ha
dejado su herencia.
¿Qué otro espacio puede existir en una sociedad que se precia de democrática,
que el Parlamento, con integración plural, para que se expresen libremente sin
restricciones las opiniones de los representantes ciudadanos? ¿Cuál es el ámbito, en un
país en el cual el poder está altamente centralizado, hay fundadas dudas de la
independencia de los poderes como el Judicial, el Electoral, el Contralor, y otras
instancias de control, sino el Parlamento? ¿Qué señales recibe la ciudadanía si asiste a la
práctica violenta, intolerante e intimidante, en ese ámbito a quienes representan nada
más ni nada menos que al 50% de ella, y ello es propiciado y estimulado por las
autoridades parlamentarias y justificada por los gobernantes más encumbrados?
Venezuela está enferma, muy enferma. De impulsos primarios que no ceden un
instante a la racionalidad y la práctica de la tolerancia y no podemos ser también
nosotros insensibles ante menudo problema que afecta a un país de nuestra región.
Escuchamos reiteradas veces, hasta el cansancio, el discurso de la defensa del
pueblo, de sus anhelos, de su independencia, en Venezuela y en otros lugares,
pronunciado por quienes estimulan la intolerancia, meten leña a la hoguera y se escudan
en la virtud de sus principios maniqueos que destruyen la moral de una nación. No
podemos ser insensibles ante el doloroso panorama que ofrece ese país hermano. No
podemos eludir pronunciarnos condenando las prácticas fascistas adoptadas en la
Asamblea Nacional de Venezuela reiteradas veces para callar la oposición. No
podemos, mientras en Uruguay el gobierno prepara una recepción a Nicolás Maduro,
dejar de expresar nuestro agravio como demócratas y nuestra demanda ante la
descalificable acción instigada por un discurso intolerante.
Jaime Mario Trobo

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