LA INTEGRACION EEUU-EUROPA. ¿Y VENEZUELA QUÉ?
Emilio Nouel V.
La firma de acuerdos comerciales en el
mundo ha seguido su dinámica. La globalización mantiene su curso ineluctable
por encima de los obstáculos que las crisis puedan oponer.
En nuestro hemisferio, se han concretado
un número importante de acuerdos, destacando el llamado Acuerdo del Pacífico de
novedosos contenidos, pragmático y volcado hacia un espacio geográfico que hoy
se ha convertido en el área con mayores perspectivas de crecimiento y
desarrollo económicos, en el que incluso ha pedido ser observador EEUU.
En febrero pasado, Barack Obama
anunció que pronto se iniciarían negociaciones entre su país y la Unión
Europea, con vistas a establecer un área de libre comercio.
La noticia generó en otros actores
internacionales no poca inquietud. China y Brasil deben estar monitoreando muy
de cerca lo que vaya ocurriendo en estas tratativas que los afectarán.
De concretarse tal proyecto, las
consecuencias económicas serán de grandes proporciones para la economía globalizada.
El impulso sinérgico y el poder negociador frente a terceros que adquirirían,
daría a ambos actores, en tanto que bloque comercial, una primacía económica
sin precedentes, mucho mayor de la que gozan hoy, a pesar de las dificultades
que aún arrastran desde la crisis financiera que se desencadenó el 2008.
En la actualidad, entre los dos suman
la mitad de la producción mundial y un tercio del comercio internacional. Su
comercio bilateral asciende a alrededor de 600 mil millones dólares, siendo EEUU
el principal mercado de exportación de la UE (aproximadamente 100 mil millones
de dólares, equivalentes al 17% de las exportaciones europeas).
Este acuerdo, para algunos
funcionarios europeos, generaría cientos de miles de empleos nuevos y
aumentaría el PIB de la Unión, en el caso, obviamente, de que se eliminen las
trabas a sus productos en el mercado norteamericano. Para EEUU, significaría la
reducción de restricciones a la importación de sus mercaderías,
particularmente, los alimentos, sector que no deja de ser polémico entre ambos
actores por el tema de los transgénicos, sobre el cual, por cierto, Europa está
cambiando el enfoque.
Como es usual en toda democracia, la
iniciativa deberá pasar aun por un debate previo en los parlamentos
norteamericano y europeo que promete ser intenso. Sobre todo, porque hay
sectores económicos muy sensibles que aspiran a ser protegidos de la
competencia dura que traerá consigo el acuerdo.
Desde ciertos países europeos se ha
manifestado la preocupación por el asunto del comercio de bienes culturales
(películas, por ejemplo) y su potencialidad para entorpecer la negociación.
Con seguridad, en EEUU surgirá
también alguna polémica sobre ciertos temas álgidos cuyas conclusiones
obligarán al gobierno a colocar varias propuestas sobre la mesa de
negociaciones. Los lobbys estarán muy activos al respecto. No hay que olvidar
tampoco que EEUU está también impulsando el Acuerdo de Asociación Transpacífica
(TransPacific Partnership, TPP).
Para los países del hemisferio
americano que han suscrito TLCs con EEUU, la eventual negociación los afectará
menos que a los que no lo han hecho. Para Mercosur y la CAN, que se mantienen
arrastrando serias dificultades, la noticia de este acuerdo tiene que poner en
funcionamiento las alarmas, toda vez que ambos bloques no han podido concretar
con Europa un acuerdo de libre comercio que establezca ciertas prerrogativas
para ellos.
De darse el bloque trasatlántico en
ciernes, sumado al dinamismo que tome el Acuerdo del Pacifico mencionado, son
esperables, a mediano y largo plazos, serias consecuencias para los bloques
mercosuriano y andino, ambos en trance de mengua, consumidos por sus
recurrentes controversias internas y extraviados por la ideología.
¿Tiene claro el gobierno de Venezuela
estos desarrollos mundiales?
¿Está nuestra cancillería preparada
para calibrar adecuadamente estos retos?
Permítanme dudarlo.
EMILIO NOUEL V.
@ENouelV
emilio.nouel@gmail.com
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