lunes, 7 de julio de 2014

EN LOS ESTERTORES


           Henry Ramos Allup

Un opositor tiene que ser bien ingenuo para alabar la conducta de Giordani por el envío tardío de la famosa carta denunciando las fallas y corruptelas del gobierno de Maduro, que son las mismas del gobierno de Chávez. La carta, que no puede interpretarse sino como una autoacusación por la plena responsabilidad de Giordani en lo mismo que denuncia, se produce sólo y exactamente porque fue despedido del ministerio. El ex superministro repite la misma conducta infame de los militantes que se vuelven escandalosamente contra sus organizaciones si son removidos del puesto en el partido o no resultan postulados para un cargo de elección. Giordani no ha hecho más que expresar lo que la oposición viene  denunciando desde hace 15 años y la cotidianidad comprueba diariamente en el bolsillo y el estómago de los venezolanos: que un régimen como el que trató de implantar el obsesivo Chávez es inviable y constituye un fracaso social, político y económico. Maduro, infortunado heredero cargado de deudas y frustraciones pero esclavo de una insostenible dependencia de ultratumba y del fetiche que lo designó,   también admite el fracaso y por eso trata de implementar algunas medidas correctivas, lo que pasa por remociones y nombramientos en cargos clave, hechos ambos que aprovechan los disidentes internos para chantajearlo acusándolo de traicionar la memoria del comandante eterno y el proyecto original. Ese fracaso y la necesidad de rectificaciones, fueron aludidos en el discurso del comandante del ejército Alexis López Ramírez el pasado 24 de junio, cuando expresó el aval militar a las medidas de Maduro:  «Tengamos como Bolívar la capacidad de dar giros estratégicos cuando algo no funcione. Seamos como Chávez, no tengamos miedo a nada, no tengamos complejo de inferioridad.» Es que los militares se saben coautores, es decir corresponsables, del desastre gubernamental del régimen chavista y están por razones obvias empeñados en salir del atolladero. Fueron ellos quienes, ante nuestras denuncias del 10 de Abril en el diálogo en Miraflores cuando los acusamos de estar violando sistemáticamente los artículos 328 y 330 de la constitución, exigieron que el TSJ  avalara su intrusión en la política partidista y los “limpiara” de violaciones, lo cual consumó la Sala Constitucional mediante sentencia del pasado 11 de junio  cuando resolvió que: «la participación de los integrantes de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana en actos con fines políticos no constituye un menoscabo a su profesionalidad, sino un baluarte de participación democrática y protagónica que, para los efectos de la República Bolivariana de Venezuela, sin discriminación alguna, representa el derecho que tiene todo ciudadano, en el cual un miembro militar en situación de actividad no está excluido de ello por concentrar su ciudadanía, de participar libremente en los asuntos políticos y en la formación, ejecución y control de la gestión pública [...] así como también, el ejercicio de este derecho se erige como un acto progresivo de consolidación de la unión cívico-militar, máxime cuando su participación se encuentra debidamente autorizada por la superioridad orgánica de la institución que de ellos se apresta.» Un contingente de “ex” se ha sumado al efecto Giordani para reiterar el mal intestinal que destripa paulatinamente al chavismo. Que ningún opositor se entrometa a hacer el imposible papel de terapeuta. 

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