Eduardo Fernandez
Uno de los más graves problemas de la Venezuela contemporánea es la corrupción. Siempre ha habido corrupción. Nunca la corrupción había sido tan grande como ahora porque nunca había habido tanto dinero en manos del Gobierno, y nunca había habido tan poco control, por no decir ningún control, sobre el gasto público. Mucho dinero más poco control igual más corrupción. La situación es tan grave que tenemos tres años sin contralor general de la República y, aparentemente, nadie se ha dado cuenta.
La madre de la corrupción está en el control de cambio. Lo demás son detalles comparados con el desfalco que se ha perpetrado contra los dineros públicos a través del control de cambio. Miles de millones de dólares que han ido a enriquecer a unos pocos en perjuicio de todos los venezolanos.
Después del control de cambio vienen los controles artificiales de precios como fuente de corrupción. Si usted regala la gasolina en Venezuela y al cruzar la frontera la gasolina se vende al precio de mercado, es inevitable que exista contrabando de extracción que no es otra cosa que una gigantesca fuente de corrupción con perjuicio evidente para los intereses nacionales.
Lo que digo de la gasolina, podría decirlo de toda la lista de productos que aquí en Venezuela se venden a precios artificialmente deprimidos y que más allá de las fronteras se venden a precios de mercado. Por supuesto que es un gran negocio comprar barato y vender caro. Y eso se aplica a los dólares, a la gasolina, a la harina Pan y a cualquier producto que se pueda comprar barato aquí y vender caro allá.
Un dato que agrava la situación es la quiebra moral del país. El clima de corrupción va impregnando todos los ámbitos de la vida social. Se corrompen los civiles y también los militares y termina prevaleciendo la cultura de la corrupción.
La corrupción roba algo más que plata, le está robando el futuro a toda una generación. Para combatirla hay que acabar con dos cosas: los estímulos y la impunidad. Hay que acabar con los controles artificiales de la economía que estimulan y crean alcabalas burocráticas que facilitan la corrupción y hay que impulsar una profunda reforma al Poder Judicial que acabe con la impunidad.
Y lo más importante: para el rescate moral de la sociedad es imprescindible un liderazgo que dé ejemplo de honestidad y respeto en el ejercicio del poder.
Seguiremos conversando.
@efernandezve
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