viernes, 22 de agosto de 2014

CAMBIO DE RUMBO


             Marta de la Vega


Ha habido recientemente foros de gran calidad e interés, desde diversas plataformas ciudadanas, Expresión Libre, Punto de Encuentro, Espacio Abierto, sobre la gravísima y plural crisis que sufre el país.

Energía eléctrica e hidrocarburos, política económica errática, libertad de pensamiento y opinión, salud pública, inseguridad, colapso de los servicios. Todos los expositores coinciden en la urgencia de cambiar el modelo económico actual para lograr un viraje favorable. Todos hacen propuestas estructuradas, viables, realistas y sensatas de mucho valor, de las cuales podría servirse el gobierno y sería deseable que lo hiciera, si los que dominan el escenario político estuvieran dispuestos a oír, tanto los altos funcionarios del régimen, como los designados para gerenciar empresas, servicios e infraestructura y quienes son agentes económicos con capacidad de decisión en los ámbitos público y privado. 
Pero no hay sino sordera arrogante, ceguera ideológica, estereotipos teóricos, falta de idoneidad y profesionalismo, fanatismo sectario y exclusión agravada contra quienes no coincidan con el llamado socialismo del siglo XXI.
Incompetencia, improvisación y corrupción nos condenan a un destino aciago.
El fondo político que nos ha conducido a tal desastre, en el sector energético, el sistema de salud, el acceso a los productos farmacéuticos y a bienes esenciales de consumo diario, en el flujo de la información, cada vez más asediada, se sustenta en un fracasado modelo stalinista, de centralización imperativa, con vocación totalitaria, que impone a sangre y fuego su política de miseria y dominación.
La justicia es brazo ejecutor de la persecución y represión políticas. La militarización ya tiene justificación legal, aunque sea inconstitucional. La hegemonía comunicacional avanza sin tregua con un creciente bloqueo informativo, por medios lícitos e ilícitos. Venezuela perdió su carácter civilista y republicano. Dominan los grupos surgidos de una alianza militar civil que ha convertido el país en paisaje desolado donde imperan la violencia, la criminalidad cada vez más atroz, el hampa desbordada que se sabe protegida, la intolerancia, la falta de respeto por el otro y el odio social cultivado desde el alto poder, así como grupos mafiosos que saquean y se reparten el botín del tesoro público con desvergonzada impunidad. 
Bajísima calidad de vida, escasez y desamparo ciudadano se suman al incumplimiento del gobierno central de sus obligaciones hacia gobernaciones y alcaldías no controladas por el régimen. Es inaceptable que un Estado que ha recibido más de un billón de dólares sin control, que ha regalado, despilfarrado o comprometido recursos para auxiliar a otros países, no dé adecuada atención hospitalaria y muera tanta gente por carencia de medicinas o tratamientos, por equipos dañados por falta de repuestos o sin mantenimiento. Urge ver partidos políticos y ciudadanos organizados y alineados para un cambio de rumbo

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