Beatriz de Majo
Una cosa es que el Fondo Monetario, el Banco Mundial o una cualquiera de las calificadoras occidentales de riesgo de espectro internacional asevere que la economía venezolana debe ser mirada con prudencia a la hora de invertir o de convertirse en su acreedor, y otra es que los chinos, quienes detentan la mayor porción de la deuda externa venezolana, sean quienes pongan el dedo en la llaga.
La semana pasada fue la principal calificadora del gigante asiático, Dagong Global Credit, la que, sin que le temblara la mano, rebajó la calificación de Venezuela desde BB+ hasta BB-, puntualizando, además, de manera inequívoca los desequilibrios macroeconómicos que en su parecer llevarían al país a una recesión temprana produciendo, en su trayecto, mayores malestares sociales.
La cercanía de esta empresa consultora con los actores económicos del país asiático es palmaria: Dagong se constituyó hace 20 años bajo la égida de dos pilares económicos oficiales, el Banco del Pueblo, es decir el banco central, encargado de controlar la política monetaria y regular las instituciones financieras en China continental; y la Comisión de Comercio y Economía del Estado, ente estatal con el mandato de regular hoy las operaciones oficiales de corto plazo.
La confianza del gobierno en esta institución es tal que a ella le ha sido confiada la tarea oficial de convertirse en el pivote de la reforma propuesta por China para transformar el sistema económico y financiero global y resolver las asimetrías de que adolece el actual. Le ha correspondido a ella el lanzamiento del concepto innovador de “manejo del crédito socializado dentro de una óptica de manejo social confiable” y el desarrollo de nuevas teorías sobre la calificación del riesgo.
Es este ente quien ha efectuado un reporte, una perfecta radiografía de los males económicos que aquejan al país caribeño. Siendo que China mantiene una muy preferida relación crediticia con los gobiernos socialistas venezolanos, a través de la cual se han facilitado a los revolucionarios más de 56.000 millones de dólares, la opinión de Dagong se convierte en una campanada de alerta para quienes consideran que las debilidades del país petrolero son malintencionadas acusaciones de la oposición política.
Reporta la calificadora asiática que existe una tendencia marcada a la disminución de la solvencia del gobierno que no puede ser corregida mientras las distorsiones macroeconómicas, que son ya estructurales, se mantengan. Y vaticina que una recesión económica estaría a la vuelta de la esquina por la incapacidad del país de corregir sus desequilibrios: déficit fiscal galopante, caída pronunciada de las reservas, retraso en la sinceración cambiaria e inflación descontrolada.
El reporte de Dagong se produjo a cortísimos días de la visita de Xi Jing Pin a suelo venezolano cuando se rubricaron decenas de acuerdos sobre los más diversos y esotéricos tópicos que no son otra cosa que un saludo a la amistad bilateral… pero ya comienzan a conocerse casos en los que la puerta del crédito fácil se ha estado cerrando para las empresas estatales venezolanas, en el momento en que cerca de la mitad del endeudamiento venezolano – según los entendidos– queda por ser honrado.
La moraleja es que la ortodoxia financiera no tiene fronteras entre Occidente y Oriente, con componente socializante o sin él.
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