EMILIO NOUEL V.
Como es su costumbre, mala costumbre, el petrosocialismo chavista, además de que suele culpar a terceros de sus exclusivas pifias, descamina a los ciudadanos acerca de las verdaderas causas de los problemas.
Así, nuestros males devienen todos de conspiraciones y planes mefistofélicos, o del capitalismo salvaje, o del imperialismo yanqui y sus lacayos, la burguesía depredadora y apátrida.
Nunca ven la viga en el ojo propio. No admiten que es la ideología socialista demencial que profesan la que ha llevado al desastre económico. Para ellos, no es su autoritarismo congénito de vocación totalitaria el que ha creado un ambiente irrespirable de confrontaciones políticas y sociales, de violaciones de los derechos humanos, de demolición de las instituciones. No. Son sus adversarios políticos, sus opositores, cuando no, factores externos, los causantes de los problemas.
El gobierno ha tenido la desfachatez de afirmar, porque nos cree retrasados mentales, que el contrabando de extracción que ocurre hacia Colombia es el origen del desabastecimiento de alimentos en Venezuela. Cuando se sabe que las cantidades de ese contrabando no tienen las dimensiones para causar tal carestía. Cuando cualquiera con tres dedos de frente sabe que la penuria nacional se debe a la destrucción del aparato productivo nacional privado y público que sistemáticamente ha tenido lugar los últimos años. A las políticas económicas nefastas ejecutadas, a las expropiaciones, a los irracionales controles.
¿Por qué se da ese trasiego a Colombia de productos en cantidades mayores a las que deberían ser las usuales en una frontera? Simplemente porque hay una disparidad en el cambio de las divisas que hace atractivo y/o rentable comerciar productos venezolanos en el territorio colombiano. ¿Quién estimula que ese comercio se dé?
No es un asunto delictivo, como ahora se pretende presentarlo. La oportunidad del “delito” la ha generado el mismo gobierno. Así como penalizó la tenencia de dólares y su comercio, lo mismo sucede con la venta de productos alimenticios a Colombia. Algo que debiera ser normal, es convertido en delincuencial y encima se le achaca la responsabilidad del desabastecimiento nacional.
Si políticas económicas erradas no se hubieran instrumentado, el problema del contrabando de extracción no existiera, mucho menos como delito. Sin la brutal devaluación de nuestra moneda, nadie se ocuparía del natural comercio fronterizo con Colombia.
Es lo mismo que ocurre con los llamados “fondos buitres” tan denostados en Argentina. Muchos parecen olvidar que el problema no son ellos, sino los gobiernos argentinos adictos a los déficits públicos, al populismo clientelar, a los subsidios descomedidos, a la corrupción, los cuales han llevado a endeudamientos enormes que después no pueden ser honrados.
Leandro Area usó en artículo reciente y de manera muy acertada una expresión que define muy bien lo que ocurre con Colombia: “Contrabando de distracción”.
Y en efecto, se pretende desorientar al venezolano acerca de la verdadera causa de sus penurias. La devaluación enorme de nuestra moneda, hechura inequívoca del gobierno, es la culpable del incremento del paso de productos venezolanos hacia el vecino país. Esto ha sido aprovechado, como es esperable, por mucha gente, principalmente, por funcionarios militares y civiles, free riders prevalidos de su autoridad, para enriquecerse.
Si no hay productos de consumo masivo en Venezuela no es por aquel trasiego fronterizo. Es, fundamentalmente, el resultado necesario de un gobierno incompetente, inspirado en una ideología colectivista y destructiva, propia de las fracasadas experiencias socialistas del siglo pasado.
EMILIO NOUEL V.
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