El deshielo entre EE UU y Cuba encalla por el ‘caso Gross’
Marc Bassets
"Los rumores han alcanzado niveles frenéticos", decía este martes en Washington el senador republicano por Arizona Jeff Flake. Flake aludía a la posibilidad de un deshielo en las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, del que él es uno de los máximos promotores en el Capitolio.
A la relajación, desde que en 2009 Barack Obama llegó a la Casa Blanca, de los límites al envío de dinero desde EE UU a Cuba y los viajes de cubanoamericanos a la isla, se han sumado los amagos de liberalización económica en la isla. Voces influyentes, como la presidenciable Hillary Clinton en la política, y el exiliado cubano y magnate del azúcar Alfonso Alfy Fanjul, cuestionan el embargo. Más de medio siglo después de la ruptura, los partidarios de un acercamiento ven señales para el optimismo.
El encarcelamiento de Alan Gross, un cooperante norteamericano de 65 años, en una prisión militar cubana, es uno de los principales obstáculos para el deshielo, según varios senadores y otras personas implicadas en las relaciones entre Washington y La Habana. Gross fue detenido el 3 de diciembre de 2009 en La Habana. Este miércoles se cumplen cinco años. Había viajado allí contratado por una empresa que trabajaba para la Agencia de Desarrollo Internacional de EE UU. Su misión era repartir ordenadores y equipos de comunicación satelital entre la comunidad judía en Cuba. En 2011, un tribunal le condenó a 15 años de prisión por actos contra la independencia y la integridad del Estado cubano y por participar en actos subversivos.
"Sin [la liberación de Gross] se hace muy difícil avanzar", dijo Flake al término de un discurso en el laboratorio de ideas CSIS. Obama lo tiene difícil para imponer cambios en su política hacia Cuba mientras Gross siga preso. Hacerlo abriría el flanco a las críticas por hacer concesiones sin contrapartidas.
"Desafortunadamente, Alan Gross está atrapado en la congelación diplomática entre Estados Unidos y Cuba", dice en un correo electrónico el senador demócrata por Nuevo México Tom Udall, que en noviembre visitó Cuba junto a Flake. Ambos se reunieron durante dos horas con Gross. "Su encarcelamiento", añade Udall, "frena los avances a la hora de normalizar las relaciones con Cuba, pero la congelación de las relaciones entre ambos países también impide los avances hacía su liberación. Es un círculo vicioso".
Richardson atribuye el fracaso de su misión, entre otros motivos, a que las autoridades cubanas se dieron cuenta de que Gross era activo valioso. "Fue la primera vez", dice, "que empezaron a decir públicamente que querían el cambio de Gross por los cinco prisioneros". Se refiere a los cubanos detenidos en 1998 en Florida y acusados de espionaje. Dos han regresado a la isla y tres siguen encarcelados en EE UU. La Habana ha planteado un canje de los tres por Gross.Los esfuerzos por liberar a Gross, cuya salud ha empeorado durante el cautiverio, no son nuevos. "Yo fracasé al tratar de traerlo a Estados Unidos", admite Bill Richardson, que fue gobernador de Nuevo México, embajador ante la ONU durante la Administración de Clinton y experimentado mediador con países como Cuba o Corea del Norte. Richardson viajó a Cuba en septiembre de 2011. Su objetivo era liberar a Gross. Explica que iba en misión privada, pero que la Administración de Obama le autorizó a decir que, si se resolvía el caso Gross, Washington podría dialogar con La Habana sobre otros temas.
"Siempre hemos dicho que realmente no existe ninguna equivalencia entre Alan Gross y estos tres prisioneros", dijo el lunes a varios periodistas un funcionario del Departamento de Estado que pidió anonimato. La fuente señaló que los tres cubanos fueron condenados por crímenes vinculados al espionaje, una actividad distinta de la que desarrollaba Gross.
La esposa de Gross ha dicho que le preocupa que su marido haga "algo drástico" si no sale pronto. Su madre murió en junio. "Son cinco años", dice el senador Flake. "Quiere que nuestro Gobierno haga todo lo posible para garantizar su liberación".
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