miércoles, 7 de octubre de 2015

Apartheid venezolano
Pedro Pablo Fernández 

Cuando en 1958 cayó la dictadura de Pérez Jiménez y surgió la democracia, la gran mayoría de los niños no asistía a la escuela y el analfabetismo rondaba 70%. Caracas solo tenía dos liceos públicos, el Andrés Bello y el Fermín Toro, y en todo el estado Miranda, uno en Ocumare y otro en Los Teques. No había un solo liceo en Baruta, Petare, Chacao ni El Hatillo. ¿Qué sería del resto del país?.
La democracia en sus inicios hizo un esfuerzo enorme en masificar la educación a partir del planteamiento del maestro Prieto del Estado Docente. Se crearon liceos de altísima calidad, como el Alejo Fortique en Baruta, donde estudiaban juntos jóvenes de las urbanizaciones y de los sectores populares. Fueron años de gran movilidad social en los que miles de familias de escasos recursos tuvieron la oportunidad de progresar.
En algún momento ese esfuerzo se abandonó. Se descuidó la calidad de la educación pública y se inició un régimen de apartheid, de exclusión social, que perdura hasta nuestros días. Las familias de clase media y alta metieron a sus hijos en colegios privados donde se daba educación de primer mundo, mientras la educación de los pobres se iba deteriorando progresivamente ante la indiferencia de todos. En nuestro país, unos niños crecen con todas las oportunidades y otros no tienen las mínimas condiciones para salir adelante.
Lo que está pasando hoy con la educación es dramático. Las escuelas deterioradas, los maestros maltratados con salarios miserables, las familias sin recursos para comprar útiles y uniformes, las universidades con presupuestos deficitarios.
La pobreza es intolerable desde el punto de vista moral, es un obstáculo para el desarrollo económico y hace imposible la convivencia democrática y la clave de su superación está en la educación.
A la educación se le tiene que dar la primera prioridad. Es urgente conformar un sistema incluyente que procure el acceso de todos los niños a una educación de calidad que acabe con el abominable régimen de segregación que condena a los niños pobres a seguir siéndolo.
Esto tiene que estar acompañado de programas de atención a la familia para crear las condiciones que permitan que los padres puedan cumplir la labor insustituible que tienen en la formación de sus hijos.
“Las naciones marchan hacia el término de su grandeza con el mismo paso que camina su educación”. Simón Bolívar.


Pedro Pablo Fernández
@PedroPabloFR

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