BEATRIZ DE MAJO
América Latina tiene poderosas razones para considerar el frenazo de la economía china como un escollo para sus esfuerzos actuales de recuperación económica. Hace unos días el analista Moisés Naím, en las páginas del diario El País de España, decía que “el año 2015 es el quinto consecutivo en el que la tasa de crecimiento económico de América Latina es inferior a la del año precedente. Y entre 2010 y 2015, las economías de la región se expandieron tan solo a 40% del ritmo al cual crecieron entre 2003 y 2010”.
Quizá por ello el mismo periódico le dedicó un buen espacio, el pasado fin de semana, a presentar las consecuencias regionales de la ralentización de las cotizaciones de las materias primas vitales para el entorno latinoamericano, culpa de lo cual se encuentra en las políticas chinas de contracción de sus importaciones.
Argentina, por ejemplo, se las está viendo mal con la disminución de sus ventas de soya al superpoder de Asia. Sus menores compras debilitan los ingresos del país austral para el que las ventas del rubro representan una quinta parte de sus ingresos de exportación. Brasil no se queda atrás al haber visto caer sus ingresos por suministro de oleaginosas a China a la mitad este año: 2.000 millones de dólares menos, solo en soya.
También es un hecho comprobado que la política de Pekín de estímulo a las exportaciones propias están impactando a la baja los precios de productos como acero, un rubro vital para la salud económica de dos grandes: México y Brasil.
Ni hablar de lo que ocurre con el barril de crudo y la manera en que el descalabro de su precio le crea severas dificultades a los países petroleros del continente que colocan sus producciones en el exterior como: Venezuela, Ecuador, México, Trinidad y Tobago, Perú y Colombia.
El comercio de cobre refinado es otro de los productos que causa daños de significación a Chile y a sus pequeños productores. Las menores compras mundiales chinas han generado una descolgada de su precio en 21%. Perú no se queda atrás por las mismas razones de la debilidad de los precios de los minerales que coloca en los mercados internacionales y en China. Pero además unos cuantos proyectos de minería del país se han detenido en espera de tiempos mejores afectando la macroeconomía del país en cifras importantes.
No se quedan atrás las ventas de vinos argentinos a China, lo que requirió de un intenso y costoso esfuerzo de mercadeo de parte del país de las Pampas. Estas ventas se han reducido en volúmenes dramáticos para los argentinos.
Así las cosas, razones sobran para avizorar un panorama gris para el continente, de mantenerse la desaceleración de la segunda economía mundial. En Pekín el tema les resulta inquietante al punto de que los responsables de las relaciones económicas externas han redoblado esfuerzos para detectar inversiones en infraestructura y servicios para temperar el daño causado por la merma de precios y de compras pero la velocidad de materialización de estos nuevos proyectos mismos es lenta, incluso muchos, en Venezuela, Bolivia y Ecuador se encuentran detenidos.
En definitiva, parece, pues, que será Latinoamérica una las primeras regiones en pagar los platos rotos de los reacomodos que están teniendo lugar en suelo chino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario