OSCAR HERNANDEZ BERNALETTE
A Claudia Salerno se le considera la mejor funcionaria que adquirió el chavismo de las filas opositoras durante los últimos años. Raramente, mientras la mayoría de los expertos internacionales huyeron de la manera de entender este gobierno la diplomacia, la experta se montó en ese tren y se ha destacado.
Pensé para esta nota en quien es hoy embajadora en Bruselas, por lo contradictorio del discurso oficial de estos años en defensa del medio ambiente, de las comunidades autóctonas, con el género, las especies y simplemente con la humanidad a la que aspira salvar con un mandato en el llamado Plan de la Patria.
Encontrarnos con un proyecto depredador como lo es Zona de Desarrollo Estratégico Nacional Arco Minero del Orinoco es una barbaridad. Es una amenaza darle prioridad a la exploración minera en el pulmón de la nación que corresponde a 12% del territorio nacional.
Se destruiría un patrimonio como lo es el Parque Nacional Canaima, además de poner en riesgo las comunidades indígenas.
Tratan de enmendar anunciando que las utilidades netas que sean percibidas con ocasión de los proyectos y demás actividades mineras ejecutadas se destinarán hasta 60% al Fondo Nacional de Misiones. Eso no es lo que el país quiere. Los ambientalistas de todas las tendencias han denunciado este disparate histórico. Ana Elisa Osorio, quien fue ministra del ambiente y con quien compartí responsabilidades en la Cumbre mundial de Desarrollo Sostenible, levantó su voz de protesta desde las mismas filas del chavismo.
Suerte que este plan fue posterior a los discursos revolucionarios que le correspondió a Claudia en otras cumbres, porque de lo contrario hubiese sido sin duda una engorrosa tarea diplomática.
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