Trino Márquez
La intervención de Tibisay Lucena
el martes 9 de agosto perseguía un objetivo principal: desmoralizar la
oposición y crear un sentimiento en el cual se mezclaran la frustración y la
impotencia. El Poder Electoral mostró en el escenario algunos de sus aliados
importantes: un magistrado del TSJ que debería estar pasando una larga
temporada en El Rodeo, un periodista que perdió la memoria y la vergüenza hace
años, una profesora de ciencias infusas y algunos rostros desconocidos que
trataron de darle un toque de solemnidad a las abstrusas explicaciones de la
rectora. Se cuidaron de presentar a algún generalote. Les dio pena, aunque
tratándose de la atmósfera que buscaban crear, habría calzado perfectamente.
La señora
Lucena se contradijo y anotó algunos autogoles. El calendario que presentó saca
las cuentas con ábaco. ¿Cómo el sistema automatizado biométrico más moderno y
costoso del mundo no puede realizar un referendo con una sola pregunta cuya
respuesta es Sí o No, cuando hace tres
años organizó una elección presidencial en apenas 35 días y hace pocos meses
validó, con certificado de calidad y todo, los diez millones de firmas que le
entregó Maduro para denunciar la ilegitimidad del Decreto Obama? Antes de la inversión
multimillonaria para automatizar los procesos electorales, una década atrás, el
CNE pudo cristalizar más de diez elecciones nacionales, entre ellas la
Constituyente, de alta complejidad. Ahora necesita un siglo para un simple
revocatorio.
Los
lapsos fijados por Tibisay no fueron decididos por ella y sus compañeras de cenáculo. La cara de las
otras rectoras era patética cuando oían la exposición de la presidenta: parecía
que les develaban códices mayas. Ellas mismas estaban enterándose de unas fechas
que desconocían. El cronograma parece haber sido resultado de una transacción
entre Maduro y los demás barones del PSUV, luego de evaluar el contexto
nacional e internacional. Lucena no descartó la posibilidad de realizar el RR
en 2016, solo sugirió que se realizaría en 2017. El alto mando cívico-militar no
pudo ignorar el fogueo al que está sometido el desprestigiado gobierno del heredero.
Aunque
a Lucena no le gusta que la presionen (debió dedicarse a tocar el violoncelo),
se encuentra en medio de dos fuegos cruzados: las exigencias de la camarilla gobernante,
de la cual ella es pieza importante, representante de menos de 20% del
país; y las demandas de la MUD, que sintetiza
a dos tercios de la Asamblea Nacional y a 80% de los venezolanos que tratan de
salir del gobierno de Nicolás Maduro en los términos planteados en el artículo
72 de la Constitución. Los planos desde los cuales actúan estas fuerzas no son
simétricos. El gobierno posee el control de todo el aparato del Estado, excepto
la AN. La oposición solo cuenta con una
fracción parlamentaria asediada por el Ejecutivo y el TSJ, y con el descontento
y la esperanza de la mayoría abrumadora de los venezolanos. El CNE y Tibisay
Lucena forman parte del status chavista y sólo cederán ante el empuje popular
que pueda desplegar la alternativa democrática. Si queremos RR en 2016 habrá
que desatar toda la energía contenida en ese núcleo.
Los esfuerzos
para que el RR cristalice este año tienen que
mantenerse. La dirigencia opositora se comprometió con esa meta y hay
que agotar los esfuerzos por tratar de alcanzarla. En esta búsqueda hay que
incorporar a la gente. La marcha del 1 de septiembre debe ser gigantesca.
Con los
anuncios de Lucena, el Gobierno se anotó una victoria parcial. Dio un paso
importante en el desplazamiento del RR para el 2017. Sin embargo, Maduro no
aseguró su permanencia hasta 2019, como ha pretendido a lo largo de estos años.
El RR se mantiene como opción válida. Diosdado Cabello y Jorge Rodríguez,
quienes han reiterado que no habrá RR en 2016, en 2017, ni nunca jamás,
tuvieron que ceder frente a la realidad. Lucena fue la vocera de esta licencia,
lograda con presión.
Entramos en un
teatro de operaciones en el cual triunfará el factor que despliegue la mayor
cantidad de masa. Cuya onda expansiva llegue más lejos. Las elecciones de la AN
se lograron en medio de un torneo de fuerzas gigantesco. Ahora podría ocurrir
lo mismo. Se libra una batalla entre el poder establecido y el pueblo
descontento y hastiado. La MUD y Capriles respondieron con contundencia.
Tenemos que acompañarlos. No vale deprimirse.
@trinomarquezc
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