miércoles, 21 de septiembre de 2016

HOJAS MUERTAS

MANUEL NARVAEZ
(en Margarita)

Seguramente fue muy doloroso para Cilia el haber tenido que renunciar al viaje a Nueva York. Adiós a la Quinta Avenida: Tiffany, Cartier, Gucci, Louis Vuitton, Chanel, Prada, Dolce & Gabbana, Bvlgari. Adiós a la embriagante concentración de poder en los pasillos y salones del edificio de la ONU, a la suite en el Waldorf, a la magia de las primeras hojas muertas del otoño. Adiós a la visita a los queridos sobrinitos descarriados.
Hizo todo lo que pudo, pero no logró convencer a su presidencial consorte. Definitivamente Maduro está muy golpeado y no quiso llevar más palo. Lo de Margarita lo tiene en estado de postración; cualquier sonido metálico le hace revivir la angustiosa sensación del chicoleo en Villa Rosa. Y el desastre de la cumbre que no fue tal, todavía le provoca ahogados sollozos; pero cuando piensa en los €120.000.000,00 gastados para nada, el llanto es incontenible: “Cilita, nadie vino a mi fiesta, ya nadie nos quiere; esa cumbre solo fue una merienda de negros”.
Bromas aparte, el aislamiento internacional del gobierno es cada vez más acentuado. Acabamos de vivir el desaire que se le infligió en lo que debió haber sido una reunión cumbre de jefes de estado y de gobierno, y que terminó siendo un encuentro de funcionarios de tercera categoría. También se produjo la negativa de Mercosur a aceptar la presidencia de Maduro y la reunión en Nueva York de los cuatro cancilleres que se fotografían juntos para enfatizar la exclusión de la chaparrita Rodríguez. A este gobierno no se le respeta porque ya se sabe que agoniza.
El otoño es la metáfora perfecta de las ilusiones marchitas, de la vida que se acaba. Como no podrán meditar contemplando los ocres, los dorados y los reflejos rojizos de las hojas muertas de Nueva York; le recomiendo al matrimonio Maduro Flores cantar con Prévert: Les feuilles mortes se ramassent à la pelle, les souvenirs et les regrets aussi.

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