Fernando Rodríguez
Bueno, pareciera que llegó la hora de enfrentar con bríos esa bazofia antidemocrática, hija de la reelección inmediata, en un país de poca calidad institucional, sobre todo en esta hora de chacales. No será fácil en una republiqueta en que ni siquiera el presupuesto nacional mismo tiene posibilidades de ser conocido, mucho menos controlado. Debemos poner este tema en lugar privilegiado de la estrategia electoral presente. Denunciemos, entrabemos, presionemos al CNE cómplice y alcahueta, digámoslo al mundo. Es de vital importancia
Hay inferencias que parecen generalizadas entre los comentaristas opositores con respecto a las pasadas elecciones presidenciales.
Salvo, por supuesto, los amantes profesionales del fraude con los votos, muy minoritarios ya, en general enfermizos y ociosos usuarios de las redes pero también algunos periodistas que padecen del patológico tic de la sobreinformación; sin olvidar tampoco a los analistas que añoran una oposición a la manera del 11 de Abril y que siempre encuentran flagrantes desaciertos e indignas concesiones en la oposición que hemos tenido, tenemos y tendremos.
Un ejemplo notable de ésta última especie lo ha dado el caprichoso y tarambana Armando Durán, quien manifestó su felicidad ante la inminente victoria, "profunda e irreversible" de Capriles, para escribir siete días después que la oposición perdió porque no hizo nunca verdadera oposición y hasta cometió el abominable pecado de llamarse "alternativa".
Las inferencias en cuestión parecieran ser que la MUD y Capriles hicieron un brillante papel, "histórico" dicen muchos. Que perdimos pero avanzamos sustancialmente, cuantitativa y cualitativamente; que ahora sí tenemos una oposición unida, madura, activa y que tomó la calle.
Que no hay tiempo que perder y que debemos enfrentar las elecciones decembrinas de gobernadores con todos los hierros y con fuertes posibilidades de hacerlo muy bien.
Entre otras cosas por la triste actuación de los gobernadores chavistas, algunos de los cuales fueron tan empecinadamente torpes que hasta Chávez tuvo que execrarlos y porque en el Polo patriótico la cosa está que arde a causa de la dedocracia psuveca, es decir, de Chávez y ya hay candidaturas múltiples. La pandilla neolítica comunista, los descendientes de Lina Ron y grupos invisibles se la están dando de gallos, por un rato al menos.
Pero hay otra constante en esas posiciones constructivas, la cual quiero resaltar: la queja por el ventajismo gubernamental, el poder del Estado puesto integralmente al servicio de la causa electoral oficialista.
Quizás llevado a primerísimo primer plano por el uso hiperbólicamente impúdico, estridentemente delictivo, que le dio un Chávez inseguro en las pasadas elecciones. He allí el verdadero "fraude", el cáncer del sistema electoral "más perfecto del mundo" (Carter) y que hasta ahora habíamos visto un poco de lado, empeñados en el mecanismo electoral mismo y los fantasmas que éste despertaba.
Bueno, pareciera que llegó la hora de enfrentar con bríos esa bazofia antidemocrática, hija de la reelección inmediata, en un país de poca calidad institucional, sobre todo en esta hora de chacales. No será fácil en una republiqueta en que ni siquiera el presupuesto nacional mismo tiene posibilidades de ser conocido, mucho menos controlado.
Y donde la "moral" revolucionaria, tan similar a la trampa y la mentira, horadada por la corrupción pura y simple, cree que puede proceder sin ningún límite.
Pero debemos poner este tema en lugar privilegiado de la estrategia electoral presente. Denunciemos, entrabemos, presionemos al CNE cómplice y alcahueta, digámoslo al mundo. Es de vital importancia.
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