Mario Torre
Después de las elecciones presidenciales del pasado 7 de Octubre, y del resultado obtenido de este evento electoral, han surgido muchas voces de supuestos "expertos" o "conocedores", declarando que tal resultado es producto de un fraude. Y, como base de tal aseveración, mencionan repetidamente los abusos y excesos cometidos tanto por el candidato oficialista, hoy presidente re-electo, como por toda la estructura estatal y por el partido oficialista. Denuncian que estos abusos constituyen un fraude, mezclando todos estos comportamientos abiertamente ventajistas con un supuesto fraude electrónico.
Esta confusión es, en mi concepto, dañina, y nos desvía de entender cuáles son las razones reales de este resultado electoral. La principal confusión está entre lo que entendemos como "ventajismo" y lo que entendemos por "fraude".
No es mi intención abrir una discusión semántica sobre ambos vocablos, es sólo la de exponer mi visión al respecto. Yo creo que sí hay una distinción clara entre ventajismo (obsceno, como muchos han mencionado) y fraude. Ventajismo es la utilización irresponsable y descarada de los recursos y facilidades de manejar los medios del Estado para favorecer la opción oficialista. El ventajismo es la utilización impúdica de los medios del Estado para aterrorizar, amedrentar, confundir a los electores. Ventajismo es el bloqueo mediático que se hizo en todos los medios públicos y la autocensura inducida en los medios privados para que no llegara el mensaje del candidato de la alternativa democrática a ciertos sectores de la población. Este inmenso ventajismo se realizó a la vista de todos. El ventajismo está plenamente documentado, existen claras evidencias de éste, y ha sido constatado tanto por observadores nacionales como internacionales. Debemos resaltar que, desde mucho antes del comienzo de la campaña, sabíamos a lo que nos enfrentábamos: A un gobierno/partido/estado con exceso de poder y carencia de escrúpulos, que pisotea los derechos de los ciudadanos y destruye la institucionalidad que se construyó durante muchos años con mucho esfuerzo y trabajo.
Fraude, por otro lado, es cambiar los resultados electorales a través de manipulaciones manuales o electrónicas, en forma oculta, y fuera de la vista de todos. El fraude se hace en secreto, a la sombra, a oscuras. En el sistema de votación automatizado no hubo fraude; se realizaron con precisión y profesionalismo todas las auditorías técnicas de ley; se recogieron las actas de más del 90% de las mesas, se hizo una importante cantidad de auditorías de verificación ciudadana, por testigos acreditados y adiestrados. No se detectó ni siquiera un acta que no coincidiese con el conteo de votos o con los resultados publicados por el CNE. Además se realizó una auditoría post-electoral, con base en una muestra aleatoria y representativa de 215 mesas, en la que se contaron nuevamente los votos, y se compararon con las actas de escrutinio de tales mesas y con los resultados electorales publicados, sin que se pueda apuntar ni a una sola disparidad. Existen otros estudios y controles realizados cuya reseña escapa a este espacio, pero que agregan evidencia a que no hubo fraude electrónico.
El pasado 7 de Octubre hubo ventajismo, abierto, claro, a la vista de todos, y como tal debe ser protestado y sancionado por el Órgano competente, como lo establecen reglamentos y ley Electoral; pero no hubo fraude. Los votos contabilizados por el Sistema de Voto Electrónico fueron los sufragados por electores debidamente registrados y con derecho a votar. El hecho de que hubo miles o millones de electores que ejercieron su voto por coacción, terror, o conveniencia, forma parte del ventajismo; pero estos votos fueron contados correctamente por un sistema de votación automatizado con el que no se cometió fraude. Esto lo podemos asegurar; tenemos las evidencias de que fue efectivamente así.
El hecho de que digamos que no hubo fraude electrónico no exime al CNE como una institución que, lamentablemente, permitió y avaló el ventajismo brutal a la que fue sometida la campaña electoral, contribuyendo a la destrucción de su propia imagen e institucionalidad. Tampoco podemos decir que el sistema de voto electrónico es inmune a fraudes. Lo que sí podemos asegurar es que si se realiza algún fraude en el sistema de voto electrónico, nosotros tenemos los controles y los mecanismos para detectarlo rápidamente. Y debemos permanecer vigilantes para que tales mecanismos sean mantenidos y profundizados.
Podemos asegurar que en las elecciones presidenciales del 7 de Octubre de 2012 no hubo fraude, se preservó el secreto del voto, pero sí hubo un claro y abierto ventajismo. Propongo que trabajemos juntos en denunciar, protestar, combatir este ventajismo aberrante, manteniendo vigilado el sistema de voto electrónico.
No hubo fraude, pero sí ventajismo. A eso nos volveremos a enfrentar el 16 de diciembre, y a las siguientes confrontaciones electorales del futuro, mientras este régimen prevalezca. Pero esencial es participar, de la única manera que conocemos los demócratas: con el voto. Activándonos para votar y defender nuestros votos, participando como testigos, movilizadores, motivadores, y formar parte de la fuerza que nos permitirá salir de este régimen en forma pacífica y democrática, y que no es de otra forma sino a través de la fuerza del voto.
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