UN LIDER
Héctor Faúndez
Sin perjuicio de la natural desilusión que los resultados electorales del domingo pasado puedan haber causado en esos seis millones y medio de personas que querían un cambio, lo cierto es que hemos comenzado a construir el camino por el que transitar hacia el progreso y la convivencia civilizada. A pesar de un resultado electoral adverso, el 7 de octubre Henrique Capriles se convirtió en el líder que puede conducirnos a un horizonte de mayor libertad y justicia social, y ofrecernos una opción distinta de gobernar y de ingresar en el siglo XXI.
Quienes aspirábamos a un cambio de gobierno debemos sentirnos orgullosos del esfuerzo titánico desplegado por Capriles, y de la forma seria y respetuosa como condujo su campaña. A pesar de la desproporción de recursos financieros con que contó el candidato del Gobierno, del abuso de las cadenas de radio y televisión, y del abuso descarado de los recursos del Estado, Capriles nunca perdió el rumbo; en ese combate desigual, y siendo objeto de agresiones de todo tipo, el candidato de la oposición nunca recurrió a la injuria o a la descalificación; muy por el contrario, siempre se dirigió a sus compatriotas tratándolos con dignidad y respeto.
Nuestra gratitud se extiende a los integrantes de la Mesa de la Unidad Democrática, y particularmente a Ramón Guillermo Aveledo, por haber sentado las bases de una plataforma unitaria que, con seriedad y responsabilidad, representara las aspiraciones de cambio de casi la mitad de los venezolanos. Gracias a ellos, esa unidad se ha fortalecido, y se ha construido un discurso coherente. Nuestro reconocimiento por haber hecho posible el encuentro de más de seis millones y medio de venezolanos, que constataron que el cambio democrático y pacífico es posible.
También debemos agradecer a los dirigentes de partidos políticos históricos, con una sólida base social, cuya generosidad hizo posible que hubiera una tarjeta electoral que representara nuestra unidad y nuestra determinación para alcanzar objetivos superiores. Aunque ese esfuerzo se viera empañado por la mezquindad de unos pocos, incapaces de renunciar a sus propios colores y a sus propias ambiciones, debemos reconocer la importancia simbólica de esa tarjeta unitaria, y de su impacto en el resultado electoral.
Inicialmente, Henrique Capriles no era mi candidato, y tenía muchas reservas sobre si él era la persona más indicada para enfrentar a Hugo Chávez; pero, después de observar su desempeño, de escuchar sus discursos y de apreciar su visión del país que tenemos y del país que queremos, todas esas dudas se han disipado. Durante la campaña, Henrique Capriles insistió en que, para saber ganar, hay que saber perder. Él, que en su trayectoria política ha resultado vencedor en muchas contiendas electorales, demostró ser un demócrata, y demostró saber perder; pero también probó que está en capacidad de guiar a los sectores de oposición al actual gobierno por el sendero que nos puede llevar a la reconciliación y a la satisfacción de las necesidades de todos los venezolanos.
En uno de sus poemas, Rudyard Kipling sostiene que si miras el triunfo y luego la derrota con la misma cara, entonces serás un hombre. Pocas veces hemos visto a alguien asumir la derrota con tanta madurez y con tanta gallardía como lo hizo Henrique Capriles. Por su temple, su entereza y determinación, Capriles demostró estar preparado para los desafíos del siglo XXI, y ser el líder que no se amilana ante un tropiezo, porque es capaz de levantarse para seguir luchando por los valores e ideales en que cree. Hemos perdido una elección, pero no hemos perdido la esperanza, porque hemos asistido al nacimiento de un líder. Bien por el futuro de Venezuela.
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