martes, 9 de octubre de 2012


LAS SIETE CLAVES DE LA VICTORIA DE HUGO CHÁVEZ

Ludmila Vinogradoff
Pueden resumirse en siete las claves de la victoria de Chávez, basadas fundamentalmente en la manipulación del poder y de los ingresos del crudo.
1 La riqueza del petróleo
La bonanza del petróleo ha aportado a las arcas del Estado unos ingresos de 990.000 millones de dólares en catorce años. La estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa) es la «caja chica» de los gastos del Gobierno. Y el maná que ha sufragado una política social, que algunos tildan de arbitraria, pero que ha beneficiado a fuertes sectores de la población en los que el chavismo ha trazado su red clientelar. Pdvsa importa alimentos, paga gastos médicos y construye viviendas, escuelas, hospitales y carreteras. Chávez ha visto cómo el precio del crudo se ha quintuplicado. Y son muchos los que aspiran a beneficiarse del maná.
2 Programas sociales y subvenciones
La riqueza del petróleo se reparte a través de los programas sociales conocidos como «misiones», cuya cobertura se ha ampliado a unos 5 millones de personas, que se benefician de becas de estudio, pensiones, créditos, viviendas gratis, ayuda económica para embarazadas adolescentes y madres solteras con tres hijos, atención médica y comedores gratuitos.
3 Programa de alfabetización
El programa de alfabetización de Chávez logró bajar la tasa de la población que no sabe leer ni escribir de un 7 a un 4,9%. La población escolar ha aumentado y ha construido universidades bolivarianas y militares. Aunque también hay quien le critica la ideologización de la educación y que haya primado la «cantidad» en detrimento de la calidad.
4 La politización de la ayuda social
Chávez ha politizado fuertemente las ayudas sociales prestadas a los venezolanos de menos recursos. Los pobres sienten que ahora tienen un Gobierno que se preocupa por ellos. Les ha dado poder a través de los consejos comunales. Todo ello le ha servido también para afianzar su red clientelar
5 Beneficios laborales
Reformó la Ley del Trabajo, que recupera la retroactividad de las prestaciones laborales y el pago doble por despido. Aumentó a 6 meses y medio el permiso pre y post natal de las trabajadoras y sus cónyuges. Y disminuyó la jornada laboral de 45 a 40 horas semanales.
6 Control de los medios de comunicación
Durante la campaña electoral Chávez se ha colado en todos los hogares venezolanos a través de 46 horas de intervenciones y discursos televisados de obligada retransmisión. Una abierta violación do las normas del Consejo Nacional Electoral. Además controla unos 450 medios públicos y comunitarios entre televisiones, periódicos, revistas y emisoras de radio. Ylas tres cadenas de televisión y radio independientes deben transmitir gratis diez minutos diarios de avisos publicitarios que elogian la o la obra del Gobierno.
7 Carisma
El carisma es mérito que nadie le va a negar. Aunque no haya abordado las raíces de la pobreza y quede un largo trecho para acabar con la desigualdad, se ha convertido en «apóstol» de los pobres.


UNIDAD DEMOCRÁTICA PERDIÓ ELECCIONES PERO GANÓ UN LIDER

Tulio Hernández
Días antes de las elecciones, el escritor venezolano Ednodio Quintero, a propósito de la campaña que acababa de protagonizar, comparó a Henrique Capriles con los héroes destinados a hacer hazañas colosales. Los dioses, escribió Ednodio, eligen a los héroes pero los someten a severas pruebas que deben superar para llegar a su destino. Como a Hércules frente al Cancerbero o la Hidra de Lerna.
Era esa la única idea que me asaltaba la noche del domingo, cuando entre los sollozos de mi vecina de asiento y el coro de lágrimas que poblaba el Teatro Chacao, vi aparecer en el escenario al candidato derrotado. Me impresionó su serenidad. Su sosiego. La religiosidad de sus palabras. La decencia de su expresión. La responsabilidad que se sentía en todo lo que con brevedad proverbial dijo en un momento tan difícil para todo político, como es la aceptación de una derrota.
Abajo en primera fila vi a líderes curtidos como Ramón Guillermo Aveledo, el gran conductor de la alianza que logró la Unidad Democrática; a Antonio Ledezma, actual alcalde metropolitano; o a Ismael García, dirigente de Podemos, anterior ficha del chavismo que hace años se separó del proyecto rojo, ponerse de pie varias veces, emocionados, a aplaudir la frases que con gran sentimiento el candidato Capriles dejaba en el aire a manera de despedida.
Lo que quedó claro aquella noche es que la Unidad Democrática venezolana perdió las elecciones pero ganó un líder. Y que ese líder y la campaña que encaró con vitalidad descomunal, visitando más de 300 poblaciones en apenas dos meses, le han traído a la oposición venezolana un crecimiento de dos millones de votos más que en la anterior elección presidencial, la del 2006. Cifra nada despreciable si se tiene en cuenta que el chavismo en el mismo período sólo creció en 135 mil sufragios.
Ahora Henrique Capriles tiene la mesa servida para convertirse ya no en candidato sino en el gran conductor de un proyecto político que sobrepasa el de su partido Primero Justicia. Es el proyecto de la Unidad Democrática venezolana que tiene como tarea fundamental desbancar el modelo estatista, militarista, colectivista y malandro que conduce, hasta que la salud se lo permita, Hugo Chávez.
Capriles ha hecho política desde muy joven. Ha sido parlamentario, alcalde, gobernador y ahora candidato presidencial. Es maratonista. Conoce bien la soledad del corredor de fondo y sabe del arte de administrar las energías para llegar a un final que queda 42 kilómetros más adelante del punto de partida. Tiene apenas 40 años. Ha estado preso por el régimen que combate. Sabe mucho del dolor y la injusticia porque su abuela materna estuvo en el campo de concentración de Auschwitz y sus bisabuelos murieron allí.
Hasta la noche de anoche era un invicto. Había ganado todas las elecciones a cargos públicos en las que participó, incluyendo la de delegado de curso en la secundaria del colegio El Peñón. Pero la de ayer, cuando quería ser Presidente de la República, lamentablemente la perdió. Probablemente Ednodio Quintero tiene razón. Los dioses han decidido someterlo a prueba.
Tulio Hernández
Sociólogo y columnista 

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