lunes, 8 de abril de 2013


Deschavización en marcha




Olga K

Sí, a veces invento palabras. Mi familia entera lo hace, usualmente son divertidas y rápidamente incorporadas al diccionario familiar. En mi casa por ejemplo llamamos “cambiómetro” al control remoto de la tele. ¿No me dirán que no es súper explícita? 

Dudo que mi familiar y entrañable “cambiómetro” sea aceptado por la Real Academia, pero hay en cambio una palabra gestándose a ojos vista y que, esa sí, entrará al DRAE. Está forjándose como esas islas asombrosas que surgen en los océanos y vemos por NatGEO.
Justo es decir que antes la precedió otra palabra, la “desnazificación” en Alemania, y le siguió la “descomunización” en Europa del Este, en América la palabra en pleno proceso de gestación es “deschavización”. Y suena bien…muy bien.
Este tema me ocupa desde hace varios años. Comencé mi investigación de lo ocurrido en la Europa post-nazi y post-comunista antes que asomara la Unidad por nuestras tierras. Investigación que me llenó de inquietudes que desembocaron en un artículo que escribí en 2009: “El día después ya viene” (http://aperturaven.blogspot.com/2009/06/el-dia-despues-ya-viene.html)
Basta que pongan la palabra “desnazificación” en su navegador y tendrán material para muchas horas de intensa lectura.
Encontrarán cosas tan impactantes como esta:
“Por primera vez en la historia, los tribunales de crímenes de guerra juzgaron a los propagandistas: personas cuyas palabras, imágenes y artículos contribuyeron a la agresión, la persecución y el asesinato en masa perpetrados por los nazis”.
O como esta otra:
“Durante el período de posguerra inmediato, la “desnazificación” implicó el cambio de nombre de las calles y los edificios que tuvieran asociaciones militaristas o nazis… la eliminación de propaganda nazi de la educación, los medios de comunicación alemanes y las numerosas instituciones religiosas que tenían líderes y clérigos pronazis; y la prohibición de himnos militares o la exhibición pública de símbolos nazis”.
Y ésta que me marcó particularmente:
“El país luchaba por ponerse en pie, por reconstruir no solo sus casas, sus negocios y sus estructuras, sino también su carácter nacional”.
Eso ocurrió en el siglo pasado. En éste cambia la palabra pero no el principio. La “deschavización” como vocablo y como acción política, se está fraguando y es un “acontecimiento en pleno desarrollo” que vemos en cada pueblo, comarca y ciudad que visita Capriles. Se lee con meridiana claridad en los rostros de los que acuden al encuentro entusiasta con Henrique y más aun, oh si!, en los de aquellos obligados a estar en actos cerrados, controlados por lista de asistencia, u obligados a vitorear la carroza acolchada de Hugo. Sobre todo en ellos.
Deschavizar es un verbo reflexivo, y conste que lo de “reflexivo” va igual en el sentido gramatical que en el filosófico. Si me fuera dado elaborar la definición de “deschavizar” sería esta:
“Verbo oriundo de Venezuela: es la acción política y la decisión personal de despertar(se) de una pesadilla narcótica. Consiste en el apremio/necesidad/urgencia de repudiar y desalojar, irrevocablemente, los atropellos, los insultos, las cadenas, la militarización, la división, la mediocridad, la discrecionalidad, las carpetas de CADIVI, el vasallaje, la entrega de la soberanía nacional, el chip de gasolina, la censura, el cierre de los medios, los presos políticos, el pensamiento único, el líder único, la camisa unicolor, el vocabulario soez, la exclusión, la vulgaridad y la monarquización de la república, y de la vida cotidiana. Se representa gráficamente con un puño cerrado golpeando la palma.
Por idea en contrario, deschavizarse es recuperar y practicar el sentido crítico, el respeto, la libertad de expresión, de circulación, de decisión. Es sumar diferencias. Es priorizar lo autóctono por encima de lo cubano, argentino, brasileño, chino, bieloruso u otros. Es la elevación de la excelencia, la meritocracia, la unión, la eficiencia, la inclusión, la elegancia, la pluralidad.
En Venezuela dícese de la acción de votar masivamente el 7 de octubre de 2012 montándose en el Autobús del Progreso.

Llevado al lenguaje de mi familia y su particular diccionario, vale decir que el “cambiómetro” de nuestro país está listo para cambiar el aburrido canal de la misma aburridísima película repetida, vieja y ya gastada de la cartelera de 1999 y repetida en 2000, 2001, 2002, 2003, 2004, 2005, 2006, 2007, 2008, 2009, 2010, 2011 y 2012. Vamos! Que todos andamos con ganas de estreno el 7 de Octubre.
Y de repente, como travesura, me provocó parafrasear aquel viejo trabalenguas infantil:
El arzobispo del Chavismo
se quiere desarzobispodeschavizar.
El desarzobispodeschavizador que lo desarzobispodeschavice
Buen desarzobispodeschavizador será.

Valga la sonrisa amigo lector. Pero quiero dejar algo más en usted y también en mí porque tendremos que ayudarnos mucho. Por eso quiero cerrar citando a Henry Stimson, ex Secretario de Guerra de EE. UU., en referencia al Tribunal Militar Internacional creado en Nuremberg, Alemania, cuando dijo:
“Dimos a los nazis lo que ellos les negaron a sus oponentes: la protección de la ley”.
Eso, mis queridos lectores, eso será fundamental para bien deschavizar.
@OlgaK26

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