Emilio Nouel V.
Henrique Capriles ha librado una contienda electoral ejemplar, a pesar de las asimetrías, adversidades y obstáculos institucionales puestos en su camino por un gigantesco aparato estatal, cuyos recursos materiales fueron volcados sin pudor e ilegalmente, hacia una candidatura presidencial.
Una corrupción gubernamental de vómito ha sido el signo de la campaña electoral que acaba de finalizar. El despilfarro ha sido descomunal, comparado sólo con la enorme dilapidación que Maduro ha hecho del legado político que extrañamente le dejó el finado caudillo. El kino político que se ganó en Diciembre, como se dice popularmente, “se lo bebió y se lo comió”, se le ha ido esfumando aceleradamente, y todo indica que seguirá mermando en sus manos, lo cual tiene alarmados a sus compinches circunstanciales (Dicen que el magnate de El Furrial no deja de frotarse las manos cada vez que se dan las reiteradas metidas de pata del interfecto). La división se profundiza en la federación de grupos de interés que conforman el chavismo decadente, no hay un lider indiscutido. Allí, ya comienzan a aflorar fuertes cuestionamientos a su conducción política. Muchos se sienten derrotados el 14A.
No obstante, y poniendo la pelea de alacranes rojos a un lado, la mitad y más del pueblo venezolano no se arrodilló ante aquel abuso. La barbarie no ha podido doblegar su férrea voluntad de vivir en libertad y democracia. Y sus perspectivas políticas son, sin duda, mejores. Su estrategia de acumulación de fuerzas sigue dando resultados. Estamos más cerca del objetivo.
Ha “ganado” la presidencia un personaje lamentable; sin ninguna preparación para tan alto cargo. Para confirmarlo, basta oír sus discursos que, además de soporíferos, son de una pobreza intelectual inconmensurable. La retórica del que fue candidato del bostezo es un bodrio indigerible. Es un ritornello de frases panfletarias y de consignas de mitin callejero, que recuerdan la izquierda prediluviana. Sin duda, una tragedia en forma y fondo para nuestro país.
Y cuando pensamos en los nubarrones del horizonte, la perspectiva nacional se hace más aún más sombría.
Lo que se nos viene encima es serio, no es poca cosa, en términos políticos y económicos.
Con un equipo de gobierno experimentado, consciente de los enormes retos por delante, tendríamos la certeza de que pasaríamos la tormenta con el menor daño posible. Era ésa nuestra esperanza en una administración dirigida por Henrique Capriles. La que seguirá con Maduro nos conducirá a la debacle.
Pero el escrutinio oficial de votos le fue adverso, y el Consejo Nacional Electoral no ha accedido a satisfacer la legítima petición de la oposición democrática de dejar de manera clara para Venezuela y el mundo (varias instituciones internacionales piden recuento de votos), cuál fue el resultado de las elecciones del 14A, y así ha abierto, de manera irresponsable, la caja de Pandora, al proclamar, apresuradmente, al candidato oficialista. Para nadie es un secreto que la mayoría de la directiva del CNE está al servicio del partido de gobierno, y a las instrucciones e intereses de éste responde. Más temprano que tarde darán cuenta de sus desaguisados.
Mientras tanto, las fuerzas democráticas deben proseguir su plan de vuelo democrático, constitucional, electoral y pacífico. Allí está la garantía del triunfo definitivo. Muchos nos observan atentamente allende las fronteras. En el mundo no estamos solos, contamos con la solidaridad de importantes fuerzas democráticas. Todos los días llegan del exterior muestras de apoyo de partidos y organizaciones diversas. Ellas han sabido valorar nuestra hazaña política en el duro combate al monstruo del autoritarismo militarista y fascistoide que ha pretendido infructuosamente dominarnos. Porque seguimos plantándole cara sin miedo, mucha esperanza y coraje.
Después de los resultados electorales del 14A, la lucha continúa, ahora con más fuerza y entusiasmo. Tenemos un líder democrático indiscutible. Capriles, por su entereza, entrega y valentía, se ha ganado ese puesto con dignidad.
EMILIO NOUEL V.
@ENouelV
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