viernes, 5 de abril de 2013


                    ¡Existimos!


   Jean Maninat
Catorce años dedicados a  un ejercicio del poder concebido para extenuar  progresivamente la institucionalidad democrática, a soterrar la independencia de los poderes públicos obligándolos a convivir  incestuosamente en un único despacho presidencial, a utilizar los recursos del Estado para perpetuar un proyecto de dominio personal y familiar sobre un país, a anular la imparcialidad democrática de las fuerzas armadas en un acto impúdico y cotidiano de despojo de los galones que una vez ostentaron dignamente; no han logrado borrar la resistencia opositora, que elección tras elección, episodio tras episodio de la lucha democrática, resurge con reciedumbre dispuesta a demostrar que existe, que late y que no se resigna a ser borrada de la historia de este país.

Se dice fácil,  pero cuando se piensa a solas o se conversa con gente de otras latitudes, usualmente entusiasta  en el juicio hacia el caudillo desaparecido y lapidaria en el balance de nuestros logros históricos, surge con fuerza, frente a todo,  la dimensión del esfuerzo opositor, con sus zonas claras y grises, pero sobre todo con la gran capacidad de resistencia civil y democrática –incluso vital– de esa parte significativa de nuestra sociedad que no se resigna a dejarse robar el país en que nació.

Se ha perdido y se ha ganado. Hay saltos de talanquera espectaculares en su desplome moral, hay quienes estaban llamados a liderar pero huyen lagrimeando  de su responsabilidad histórica, hay cuchillos afilándose para justificar las sandeces dichas toda una vida. Pero fíjese  bien: alguien se calza sus zapatos deportivos para salir por enésima vez a manifestar, alguien participa en una organización de la sociedad civil para convencer y avanzar, alguien se inscribe en los partidos políticos como otrora lo hicieron sus mayores, alguien en el extranjero se apresta a coordinar la manera de salvar las alcabalas off shorepara el voto impuestas por el régimen, alguien se prepara para ser testigo electoral y defender las aspiraciones de otros convertidas en votos. Hay un alguien multitudinario que no se resigna a entregar la democracia y sigue peleando.

El régimen lo sabe. Por eso su replicador de hoy escupe inventivas, veneno, amenazas, para ver si conjura lo que tiene al frente, lo que no desaparece, lo que no termina de extinguirse porque no depende de la vida o la  muerte de un ser humano sino de la voluntad golpeada y valiente de muchos otros que están vivos y activos. Por más que espante la luz y recurra a la manipulación oscura de un símbolo, la gente se preguntará de qué materia está hecho. El rumor está rodando: Éste no tiene lo que hay que tener. Ese es el barranco, el despeñadero de hoy y de mañana. Allí lo están calando propios y ajenos y el veredicto es severo: Éste no tiene lo que hay que tener.

Si algo le debemos a Capriles –en medio de las reyertas y sinsabores que son la materia prima de la política– es el habernos reforzado el sentido de permanencia en la lucha democrática. Ha sido largo el trecho que va desde los esfuerzos y las derrotas sufridas en las elecciones  presidenciales en el pasado –incluyendo la suya no hace nada– pasando por su triunfo en las elecciones regionales en Miranda contra todas las prevenciones; hasta llegar a este momento cuando parte de nuevo  a la contienda por la presidencial contra la opinión de quienes pensaron, genuinamente, que era mejor que se resguardara de una eventual derrota. Ha sido un ejemplo de tesón y vocación de servicio público, más allá de los cálculos personales que tanto minimizan las posibilidades  de los políticos de ocasión. ¿Será necesario repetir los nombres de los líderes que se irguieron sobre los escombros de sus derrotas anteriores?

Vienen días de entereza para reafirmarse de nuevo. El régimen continuará abusando del erario público para intentar perpetuarse y los poderes públicos se harán de la vista gorda frente a sus tropelías. Aun así, tendrán que lidiar de nuevo con la parte del país que pese a todo no han logrado sofocar.

Tras catorce años de lucha la oposición puede decir en voz alta: ¡Existimos!

@jeanmaninat

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